viernes, 1 de septiembre de 2017

Majesty - The Fantasy Kingdom Sim: Es complicado ser rey.


Ser rey no es fácil.
Sí, hay gente que cree que ser monarca es sinónimo de vivir bien y de no tener que preocuparse por llegar a fin de mes. El problema es que esta opinión viene a raíz de las monarquías actuales, que están subvencionadas por el estado. Déjame decirte que ser rey del siglo XIX para abajo era una prueba de fuego que muy pocos aguantarían. Revoluciones, endogamia, bancarrotas, horribles enfermedades, traiciones... Ser rey era de todo menos un chollo. Por no decir si te tocaba un primer ministro como Richelieu o Bismark, que gobernaba más que tú. No, ser rey no era una tarea fácil.
Y si hablamos de mundos de fantasía, ya ni te digo. A todo esto se suma el tener que batallar con dragones, hordas de no muertos, magos cabreados que pueden convertir en ovejas a tus ejércitos con solo pestañear... Mira si no al pobre Theoden antes de que lo visite Gandalf. Ahí lo tienes, convertido en una marioneta de un poder siniestro sin que él se diera cuenta.
Si te ríes, eso es que nunca has jugado a Majesty: The Fantasy Kingdom Sim. En cuanto lo hagas, me darás la razón.

Majesty es obra de Cyberlore Studios, creadores también del 4X de ciencia ficción Deadlock.
En Majesty somos el monarca de Ardania, un peculiar reino de fantasía que retuerce algunos de los clichés de este género literario. Después de que nuestra madre muriera, hemos heredado la corona como legítimo heredero. No obstante, la muerte de la anterior monarca ha puesto el reino patas arriba. ¿Recuerdas los problemas a los que te enfrentabas como monarca que he explicado más arriba? Pues eso multiplicado por siete. Una cosa antes de seguir: lo que voy a analizar es la edición de oro que viene con la expansión Northern Expansion.
Majesty tuvo una gran acogida debido a su innovador sistema de órdenes. Te lo explico detenidamente.

Una partida de Majesty comienza con nuestro palacio. Para vencer, debemos realizar los objetivos de la misión como buen RTS que se precie. Estos objetivos van desde acabar con una serie de guaridas de monstruos hasta recaudar una cantidad de dinero. He de advertirte que algunas misiones de la campaña son horriblemente difíciles. Si te frustras, es normal, a mí también me ha pasado de acabar dándome de cabezazos contra el teclado. No obstante, con un poco de práctica, puedes cogerles el truco y vencer. Además, podemos generar nuestras propias misiones con el generador aleatorio. Solamente tenemos elegir que nivel de dificultad queremos y ya está. La expansión incluye un nuevo generador que nos permite modificar diferentes parámetros del mapa que vamos a jugar, como los objetivos a batir, si queremos empezar con un pequeño asentamiento o que aparezcan durante la partida elementos aleatorios tales como un cataclismo mágico o una terrorífica abominación que destruye todo aquello que encuentra a su paso cuando hace acto de presencia en el mapa.
Nuestro palacio, como he dicho, es el pilar fundamental de nuestro reino. Si es destruido, se acabó la partida. Desde él podemos ordenar qué edificios queremos construir en nuestro reino. Para acceder a edificios más avanzados, debemos mejorarlo, constando éste de tres niveles de mejora. No solo nuestro palacio puede mejorarse. Muchos de los edificios cuentan con tecnologías que puedes investigar para acceder a nuevas opciones. Por ejemplo, en el bazar mágico podemos desarrollar una poción que permite a nuestros héroes hacerse completamente invisibles.

 El palacio es el centro de nuestro poder. Si es destruido... Bueno... 
¿Conoces la historia del rey Farouk de Egipto? 
Para que nuestro reino prospere, debemos construir gremios de héroes. Desde estos edificios podemos contratar héroes que defenderán nuestras tierras de las hordas de la oscuridad. Los héroes no solo permiten atacar o defender sino que al venir a nuestro reino, se traen a sus familias. Esto significa que podemos recaudar dinero a través de impuestos si nuestros recaudadores visitan sus hogares. Nuestros héroes, además, necesitan que les proporcionemos servicios tales como mercados o herrerías donde puedan comprar nuevo equipamiento o aprender nuevas habilidades. Como si de un juego de rol se tratase, pueden ganar experiencia y subir de nivel.
Sin embargo, aquí llega la novedad del juego: no podemos dar órdenes directas a nuestros héroes. Si quieres que Sir Ganelon de Lys le de matarile a ese maldito vampiro, no puedes seleccionarlo y hacer click derecho sobre el chupasangres para mostrarle a tan aguerrido caballero a quien quieres matar. No. Para ello están las banderas de recompensas. Existen dos clases: de combate y de exploración. Cuando colocas una de éstas sobre un objetivo, debes ajustar qué cantidad de oro quieres ofrecer a los héroes que decidan llevar a cabo tan gran empresa. Si a tus héroes ven que la recompensa es justa en función de la peligrosidad de la misión, aceptarán ir al lugar marcado. Si ganan, se llevan el dinero, dinero que gastarán en tu reino. Así, gastar oro en recompensas beneficiará a tu economía, siempre y cuando no te pases de la raya. Es normal en tu primera partida gastar todo el dinero que tienes en recompensas y quedarte sin pasta para poder construir esa torre de vigilancia que tanto necesitas aunque he de decirte que los guardias de primer nivel son bastante débiles para mi gusto.

Vas a necesitar toneladas de oro para que tus héroes quieran asediar esa cosa.
A ambos lados de la fortaleza puedes ver unas banderas de recompensa por exploración.

Otra cosa en la que destaca Majesty es en su ambientación. Sí, tienes a los clásicos enanos y elfos pero para el carro. En Ardania, nada es lo que parece. Los elfos son grandes tiradores, no cabe duda, pero entre ir a luchar contra un dragón o pasarse la tarde jugando a las cartas y emborrachándose, lo segundo es lo primero. Tienes monjes guerreros que luchan a puñetazos mientras guardan un estricto voto de silencio. ¡Es más! Puedes reclutar a unas sacerdotisas que buscan morir en combate lo antes posible. Todo está impregnado de un sentido del humor agudo que se ríe de los clichés de fantasía convencionales. Solamente tienes que oír los diálogos de tu consejero antes y después de una misión de la campaña.
Un punto a favor es que el mundo en el que juegas da la sensación de estar realmente vivo. Esto es posible gracias a algunos edificios que aparecen en tu reino cuando consigues cierto objetivo. Por ejemplo, si tus héroes caen como moscas, alrededor de tu palacio comenzarán a surgir cementerios para mostrar la alta tasa de mortalidad de tus súbditos. No obstante, se echa de menos el poder interaccionar con otros reinos por vía diplomática. Puedes crear rutas de comercio pero estas funcionan de manera extraña: construyes un puesto de comercio lejos del centro de tu reino y este envía automáticamente carromatos cargados de oro. Raro.

 Esas entradas a las cloacas surgen cuando tu reino es bastante grande. 
Tienen la mala costumbre de vomitar primos ardanios de los skaven.

El juego presenta unos gráficos 2D en perspectiva isométrica preciosos. Además, los retratos de los edificios y unidades están hechos a mano, con un estilo de cómic que casa con la atmósfera del juego. El único problema que veo es que el motor del juego impide rotar la cámara para poder ver lo que está pasando detrás de tus edificios, por lo que un enemigo puede estar atacando una de tus edificaciones sin que tú te des cuenta. Por lo demás, el detalle tanto en las unidades como en las edificaciones y elementos del escenario es realmente asombroso.
El sonido es una pasada. Hasta el más mínimo detalle tiene su propia forma sonora de hacernos saber de su existencia. Por ejemplo, si hay alguien en el interior de un gremio, podremos escuchar a sus moradores hablando o roncando. Las voces de los personajes son de diez. Tienen diferentes líneas de diálogo en función de lo que está pasando a su alrededor. Si hasta los monstruos tienen su propia manera de hacernos ver sus intenciones. La música es preciosa, con unos temas de corte medieval, pocos pero memorables.

¡Prepárate para la aventura, oh, rey de Ardania!

En 2012, la edición de oro de Majesty fue relanzada con gráficos en Alta Definición y soporte por parte de sus desarrolladores para acabar con los escasos bugs que quedaban pendientes en su versión original. Las imágenes que acompañan a este post son de ésta versión.

Majesty es un interesante juego de gestión mezcla de RTS que todo el mundo debería probar.
Tu trono te aguarda, majestad. ¿Estás preparado para gobernar al pueblo de Ardania?

¡No dejes de jugar!

Imágenes del juego procedentes de Mobygames.

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