viernes, 25 de agosto de 2017

Europa 1400 - The Guild: El precio del poder.


El siglo XV fue un época de cambios sustanciales en la Historia de Europa.
Poco a poco la Edad Media fue dando paso al Renacimiento, la puerta de entrada hacia la Edad Moderna. Conceptos como poder, honor, riqueza y religión sufrieron una metamorfosis palpable. En cuestiones económicas, la Baja Edad Media ve nacer el mercantilismo, germen del moderno capitalismo (el normal, no el salvaje que nos está llevando por el camino de la amargura). Este sistema económico se basa en conceptos no existentes anteriormente como la oscilación de los precios de los productos en función de la oferta y la demanda. Es decir: si existe una gran cantidad de un mismo producto, su precio disminuye para darle una salida rápida al stock acumulado. Por otra parte, si existe una escasez, el precio sube para cubrir los gastos generados por su producción y transporte.
Y ahora me preguntarás: “¿Y todo este rollo a qué viene? Yo he venido aquí a leer sobre videojuegos, no a que me den una aburrida clase de Historia de la Economía”.
Hay dos respuestas para solucionar esta duda razonable. La primera, que la Historia, en todas sus vertientes, no es aburrida, así que cierra el pico. La segunda es que este período tan interesante de nuestro pasado ha sido plasmado en varios videojuegos. Desde Merchant Prince hasta la exitosa saga Patrician pasando por la entrega ambientada en esta época de la saga Anno, esta forma de entender el comercio ha llamado la atención de diferentes desarrolladores. No obstante, existe un juego que lleva esto a niveles estratosféricos: Europa 1400 – The Guild. Y es que en este juego no solo comercias sino que luchas por el poder. Ya verás cómo.

Los chicos de 4Head, un pequeño estudio alemán, se liaron la manta a la cabeza a la hora de representar hasta el más mínimo detalle la sociedad de los siglos XV y XVI.
Un pequeño inciso. En realidad, conocí esta saga a raíz de haber jugado a su segunda parte y a la expansión independiente de esta titulada Renaissance. Había leído en varios foros que la primera parte le daba cien mil vueltas a estas dos (la verdad es que estos dos juegos son un infierno plagado de bugs) y quise hacerme con una copia de ella al verla en oferta en Steam. Que conste que lo que voy a reseñar es la edición de oro, que ofrece el original con su expansión. Así nos ahorramos de estar diciendo qué contiene el juego y qué su expansión.

En The Guild, somos un descendiente de una acaudalada familia de patricios europeos en el Renacimiento.
Al iniciar una partida, debemos seleccionar en qué ciudad vamos a jugar. Cada una de ellas tiene unas características diferentes que afectarán al transcurso de la partida. Por ejemplo, Nüremberg tiene el doble de extensión que el resto de ciudades, por lo que hay más espacio para construir.
A continuación, podemos elegir el nivel de inteligencia de nuestros rivales, la dificultad general de la partida y si queremos jugar una partida libre o realizar misiones. Estas últimas están divididas en diferentes niveles de dificultad. Si conseguimos superar una de ellas, el juego nos da la posibilidad de escoger una nueva, seguir jugando en modo libre o abandonar definitivamente la partida después de haber pasado a la historia como si fuéramos un miembro de la familia Függer (la familia más acaudala de la Alemania medieval).
Tras escoger entre todos estos parámetros, debes crear a nuestro personaje. Podemos elegir nuestro nombre, apellido, sexo y religión (en un principio, solo puedes ser católico o cátaro pero cuando a Lutero se le crucen los cables a mitad de la partida, podemos ser protestantes). A continuación, escogemos nuestra profesión. Algo que debes saber es que no están todas disponibles desde un comienzo. Tranquilo, más tarde podrás acceder a ellas. Después, debemos elegir a nuestro padre y a nuestra madre. La profesión de nuestros progenitores influye en una de las cuatro habilidades de nuestro personaje, que influirán luego en el saber hacer de tus trabajadores: Negociación (para tener mejores precios de compra y venta en el mercado), Sigilo (para llevar a cabo actos de subterfugio sin que nadie se dé cuenta), Combate (¡la hora de las tortas!), Artesanía (si quieres fabricar buenos productos, esta es la habilidad que más vas a necesitar) y Retórica (en esta época, hablar bien en público era algo importante, más si eres sacerdote o tienes que defenderte en un juicio). Luego, tendremos unos puntos extra para gastar en estas mismas habilidades o en aquellas que nos hayan quedado algo cojas. Elegimos la apariencia de nuestro avatar y que comience la aventura.

Si alguna vez te quejaste de tus padres, 
aquí puedes hacer realidad tu sueño de elegirlos antes de tu nacimiento.

El juego transcurre en tiempo real pero dividido en fases. Estas fases representan una estación del año. Sin embargo, en lugar de ser las del mismo, cada estación representa a la del año siguiente. Es decir, comienzas en la primavera de 1400, sigues en el verano de 1401 y así. Las estaciones influyen en el horario de trabajo de tus esforzados trabajadores. En las estaciones de primavera y verano, estos comenzarán a darle al mazo más temprano y terminarán más tarde. En cambio, en otoño e invierno, entrarán a trabajar más tarde y saldrán más temprano. Por lo tanto, debes tener en cuenta que en estos últimos períodos del año, la producción disminuirá. Esto es un gran acierto por parte de 4Head y hace que el jugador tenga que buscar más ingresos a través de otros oficios o de la política. Eso sí, una cosa que me llama poderosamente la atención es que en invierno, el cielo parece que se va a caer sobre nuestras cabezas. Parece que el apocalipsis acaba de comenzar con tanta oscuridad.

Comienzas con un negocio relativo a tu profesión al nivel más bajo.
Para poder mejorarlo, debes subir escalafones en el organigrama de la organización gremial. Para ello, vas ganando experiencia. Cuando llegues al máximo, se te dará la opción de realizar un curso para subir de rango. Si aceptas, habrás subido de nivel y podrás mejorar tu negocio. Existen seis niveles en cada profesión, desde aprendiz hasta maestro. A partir de cierto nivel, podrás acceder a las mejoras avanzadas de tus edificios. Eso sí, no puedes tener un edificio de una profesión o nivel superiores al que tú tienes. De hecho, si alcanzas el nivel máximo en una profesión, puedes escoger otra sin perder el control sobre tus otros negocios. Así, puedes convertirte en un auténtico magnate.
Tus negocios y residencias pueden mejorarse añadiendo objetos y habitaciones que dan acceso a nuevas características del juego. Por ejemplo, tener una lámpara en el scriptorium de tu iglesia disminuye el riesgo de que tus trabajadores sufran un accidente. Es muy importante caerle bien a tus trabajadores y darles unas buenas condiciones de trabajo. Además, ellos pueden también subir escalafones en la escala gremial, mejorando sus habilidades. Y si te ves estresado, puedes contratar a un maestro para que lleve por sí solo tus negocios. La inteligencia artificial de estos es bastante buena a la hora de fabricar objetos o llevar a cabo diferentes tareas pero cojea un poco a la hora de abastecer tus almacenes. Acabarás loco con tanto mensaje de que falta tal material.

Tus trabajadores trabajando por el dinero, dando el cayo por dinero, 
no sé qué y no se cuántos pero tú dales el dinero.

Por otro lado, construir una habitación trasera en tu casa te da acceso a las opciones de subterfugio del juego.
Esto último es algo realmente divertido y que solo he visto en juegos de gestión desarrollados en Alemania como lo es The Guild. Sí, puedes ser un ciudadano ejemplar y todo eso pero, de vez en cuando, sobornar a alguien o darle una paliza puede abrirte muchas puertas. Por mucho refinamiento existente, esta época es bastante cruel y 4Head ha sabido plasmarlo magistralmente. Estos actos pueden acarrearte problemas si van en contra de las ordenanzas de tu ciudad de residencia. Aquí es donde entran en juego las pruebas. Puedes usar a informadores para sacar los trapos sucios de tus competidores a relucir. Si consigues una prueba, puedes usarla para chantajear a tu rival (si dispones de una biblioteca con su escribanía para escribir cartas en tu casa, obviamente) o llevarlo a juicio. ¡Ojo! Que tus rivales pueden hacer lo mismo contigo. Es más, puedes ser llamado como jurado, con lo que puedes arruinarle la vida a alguien si tienes el día torcido. Incluso puedes usar instrumentos de tortura para hacer hablar a alguien. También puedes entrar en combate. Es bastante sencillo. En tiempo real, debes ordenar a tus escoltas o mercenarios que ataquen a tu enemigo. Puedes equiparlos con diferentes tipos de armamento. Tu objetivo es matarlos, dejarlos inconscientes o impedir que lleguen a tu carro de suministros o asalten tu negocio. Por desgracia, los mapas de combate son escasos, por lo que es una experiencia que se puede hacer repetitiva, y hay algunos pequeños errores de colisión a la hora de mover a tus tropas por el escenario. Existe también un extraño bug que solo me ha aparecido una vez en el que tus hombres y los del enemigo no se mueven y la única solución es dejar que el tiempo pase hasta que concluya la batalla.

 Tu hogar, donde podrás entrenar tus habilidades, 
celebrar fiestas y elaborar complejos planes para dominar el mundo del comercio.

En cuanto a tu personaje, éste puede realizar diferentes acciones dependiendo de su estatus social. Comienzas como un simple ciudadano y vas escalando posiciones ha medida que vas obteniendo riquezas. Puedes llegar incluso a ser nombrado duque.
Para realizar alguna de estas acciones, necesitas un recurso especial: los puntos de acción. Estos se ganan al inicio de cada fase. Su cantidad depende de tu nivel de retórica. Algunas mejoras en tu residencia permiten aumentarlos. Incluso algunos títulos nobiliarios te dan más puntos. Estos puntos también pueden gastarse mejoras de una habilidad, subir de nivel o en algunas opciones disponibles en tus negocios.
Una de las acciones más importantes es la de encontrar esposa o esposo. ¿Por qué? Pues porque en The Guild la familia es lo más importante, como diría don Vito Corleone. Si no tienes descendencia, tu dinastía desaparecerá y la partida habrá concluido. Un pequeño tirón de orejas para 4Head en este asunto es que, dado que el hijo o hija que usarás para seguir jugando adopta el aspecto de tu avatar, si eres varón solo tendrás niños y si eres mujer solo tendrás niñas. Hubiera sido mejor que pudieras tener hijos de ambos sexos y más realista si cabe. Cuando tienes un churrumbel al que cuidar, puedes regalarle objetos para que desarrolle una de las cinco habilidades. Con siete años, puedes enviarlo como aprendiz a un negocio de la ciudad y cuando tenga 18, puedes enviarlo a la universidad, donde aprenderá dos habilidades diferentes. Cuando mueras, podrás elegir con cual de tus hijos quieres jugar.
Tu personaje puede hacer carrera política en su ciudad. El requisito mínimo es tener la ciudadanía. A partir de ahí, debes esperar a que uno de los puestos más bajos de las diferentes cámaras gubernativas quede vacante para presentar tu candidatura. Si eres elegido, tendrás acceso a un sueldo y podrás optar a puestos más altos. Un dato negativo es que algunos de los puestos no ofrecen ventajas plausibles, solamente la posibilidad de la paga y poder echar del mismo cargo a un compañero, siendo más algo de relleno. No obstante, este rasgo negativo desaparece cuando ves lo que pueden hacer puestos más altos. Por ejemplo, el inquisidor tiene la habilidad de acusar de brujería a cualquier habitante de la ciudad, ideal para acabar con la reputación de uno de tus rivales. Además, algunos cargos tienen la potestad de cambiar las leyes de la ciudad, las multas y los impuestos. Puedes ganarte el apoyo de tus conciudadanos reduciendo la carga fiscal o fastidiar a tu rival, alquimista de profesión, prohibiendo el uso de pociones en la ciudad.

 Los habitantes de Londres pueden dormir tranquilos gracias a tus políticas draconianas.

En cuanto al apartado gráfico, bueno... ¿Cómo decirlo? Los gráficos están bastante desfasados y eso que la expansión añadía una sustancial mejora gráfica al motor del juego. Los árboles son exactamente dos sprites insertados de tal manera que tienen forma de cruz, como si fueran un recortable. El agua no refleja nada y es bastante extraño ver como la de un lago se mueve como si fuera un río. Los transeúntes que pueblan las calles de la ciudad tienen la manía de pegar un saltito inexplicable de vez en cuando. Eso sí, los efectos de luz son espectaculares y choca con la pobreza del resto del apartado visual. Si eres un tiquismiquis de los gráficos, de esos que quieren ver los pelos de la nariz de su personaje en Alta Definición, es más probable que tus ojos sangren. En cambio, si eres como yo, que los gráficos te importan más bien poco, disfrutarás de una experiencia jugable apoteósica.

Lo que le falta de gráficos a The Guild le sobra en el apartado sonoro.
Los sonidos de la ciudad y de tus trabajadores realizando las laborales son correctísimos.
Las voces de los personajes son de premio. Cada línea de diálogo está narrada con gran precisión y los actores de doblaje muestran los sentimientos del personaje en función de lo que está ocurriendo. Nada de actuaciones planas. El narrador lo vale aunque algunas veces te pueda volver loco. Algunas veces, incluso, te suelta una pequeña frase bastante poética, como cuando tus trabajadores se van a descansar.
La música es... es... ¡Maravillosa! La banda sonora está compuesta por temas de toque renacentista, algunos de ellos bastante orquestrales. No te cansas de ella, pues hay una gran variedad y se adapta a lo que está pasando delante de tus ojos. Es más, cada tipo de negocio tiene su propio tema.

Vamos a la taberna a tomarnos unas gordas. Yo invito.

The Guild es un gran juego pese a alguna de sus carencias.
Haz caso omiso del apartado gráfico y sumérgete en un mundo de ambición donde el poder no lo consigue el mejor sino quien más dinero tenga.

¡No dejes de jugar!

Imágenes del juego enlazadas de Mobygames.

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