viernes, 22 de septiembre de 2017

Master of Orion II: Señores de las estrellas.



Que tras el lanzamiento de un juego creado por ti la gente comience a sacarse de la manga clones de este para demostrarte que has forjado una obra maestra es de agradecer. Que pasadas dos décadas, la gente siga haciendo juegos fijándose en tu creación significa que tu juego es un clásico atemporal.
Pocos pueden decir eso. Lo que una mínima parte de los desarrolladores pueden decir es que al intentar copiarlos, nadie ha conseguido llegarte a la suela de los zapatos. El juego que voy a analizar hoy entra en esa categoría.

Muchos han intentado programar el nuevo Master of Orion II (MOO II ha partir de ahora). Pocos lo han conseguido (te recomiendo que le eches un ojo a Distant Worlds: Universe. Es lo más parecido que he encontrado y eso que es un RTS). Incluso el remake de Wargaming.net, que intenta mezclar elementos de las dos primeras entregas de la saga (¡MASTER OF ORION III NO EXISTE! En serio, si quieres saber cómo no debes retomar una saga, juega a este bajo tu propia responsabilidad) no ha tenido el éxito esperado, más que nada por algunas decisiones tales como viajes a través de portales de salto o batallas en tiempo real que no pegan con el concepto del original. Mira que soy fan de los 4X espaciales y ni el genial Space Empires IV ha conseguido quitarme de la cabeza la obra de arte de Simtex. Tal vez Galactic Civilizations II sea el juego que más cerca ha estado de igualar el trabajo de Steve Barcia.

Hay opiniones divididas al respecto en cuanto si MOO II es mejor que su predecesor. A muchos fans del original les gusta más su primera parte debido a la gran cantidad de microgestión que MOO II tiene. Recuerda que el primer MOO tenía como característica principal que los planetas que conquistabas se gestionaban a través de una serie de barras con las que podíamos controlar elementos tales como la construcción de naves, la terraformación del planeta, la recogida de residuos o la creación de nuevas industrias. He jugado a la primera parte y, personalmente, la segunda me pareció un gran salto hacia adelante, algo que todo el mundo debería jugar una vez en su vida.

Vale, si has estado en una comuna hippie todo este tiempo o eres un alienígena que acaba de llegar a nuestro mundo, te diré de qué va MOO II.
MOO II es un 4X (explora, expande, explota, extermina) espacial por turnos en el que encarnaremos a un emperador liderando una de las civilizaciones del universo del juego. Debemos expandir nuestro imperio desde nuestro planeta natal hasta más allá de las estrellas, colonizando nuevos planetas e investigando nuevas tecnologías. Podemos vencer de tres maneras posibles: conquistando el planeta capital de nuestros enemigos, siendo proclamados líder del senado galáctico o venciendo a los terroríficos antaranos.
Antes de comenzar una partida, debemos configurar el universo en el que vamos a jugar eligiendo una serie de parámetros tales como su edad, tamaño de la galaxia, cantidad de planetas habitables, número de oponentes, dificultad y si queremos comenzar con una civilización avanzada tecnológicamente o no. Además podemos especificar si queremos sufrir el ataque de los antaranos, visualizar las batallas en modo táctico o activar los diferentes eventos aleatorios que afectarán al universo de la partida.
Tras crear nuestro universo, elegimos nuestra raza. Cada una de las razas posee unas cualidades que las hacen únicas aunque debes saber que están especializadas para que los jugadores no tengan dudas a la hora de elegir cuál se adaptará mejor a su forma de jugar. Por ejemplo, los darlok son los genios del espionaje mientras que los psilon poseen a los mejores científicos de toda la galaxia. Si no te gusta ninguna de las razas disponibles, no desesperes. Puedes crear la tuya propia gastando una serie de puntos en diversas habilidades. Cuando hayas terminado, solamente tienes que elegir el color que representará a tu imperio, el nombre de tu líder y el de tu sistema solar natal.

 Todas las razas están bien pero ninguna mola tanto como los Mrrshan. ¡Poder felino!

Una partida normal de MOO II comienza con un solo planeta colonizado en tu sistema solar y una pequeña flota compuesta por dos exploradores y una nave de colonización si no hemos elegido la opción de civilización pre-salto (vamos, que el único vuelo espacial tripulado que conoce tu imperio es el orbital, como en la época actual). Tu planeta capital es la joya de la corona. En él se encuentra el capitolio, símbolo de tu poder como emperador. Deja que el enemigo lo conquiste y todo aquello por lo que has luchado se desmoronará como un castillo de naipes. La dura vida del tirano espacial, amigo.
Como verás, los sistemas solares alrededor del tuyo están sin explorar, por lo que tienes que enviar naves para saber qué puñetas hay ahí. Recuerda: hasta que no los explores, no puedes colonizar ninguno de sus planetas. Si hay planetas habitables, claro. Y para colonizarlos necesitarás naves de colonización (¡redundancia!). Sin embargo, si ya posees una colonia en un sistema solar y hay otro planeta en este mismo lugar que deseas colonizar, puedes crear módulos de colonia, que funcionan como pequeñas naves de exploración pero solo a nivel local, lo que te ahorrará tiempo y dinero.
Cada mundo tiene una serie de características que lo hacen más habitable o no: su atmósfera, si posee una gran cantidad de minerales, si es un planeta oceánico, etc. Estas características, que están ligadas al tipo de estrella en la que orbitan, afectan a tus colonias de gran manera y pueden suponer su éxito o su total destrucción.
Dentro de tus colonias, y dependiendo de la tecnología que hayas desarrollado, puedes construir una serie de instalaciones que las mejorarán y te permitirán acceder a nuevas opciones. Por ejemplo, una factoría automatizada acelera la producción de nuevas naves. Tus colonias son también el lugar donde construyes tus vehículos espaciales. Para acceder a las más grandes, tienes que construir un astillero orbital debido a que su tamaño impide su construcción dentro del planeta.
Tus colonias producen tres recursos: comida, minerales y puntos de investigación. La comida es esencial, puesto que tus súbditos pueden morir de hambre. Si tienes escasez, puedes construir flotas de cargueros que transportarán automáticamente alimentos de una colonia con abundancia a una con escasez. Los minerales representan la producción per sé. A mayor cantidad, menos tiempo tardarás en construir naves e instalaciones. Además, a más producción, tus súbditos tendrán más dinero para pagar impuestos. Si te ves apurado, puedes subirlos pero eso se traduce en un decremento del trabajo en tus colonias. A nadie le gusta trabajar sabiendo que la mayor parte de su sueldo va a ir a parar a los bolsillos de su majestad. El tercero es uno de los recursos más importantes, pues a mayor cantidad, más rápido podrás desarrollar nuevas tecnologías.
Tus planetas poseen una opción de autoconstrucción que permite quitarte de encima parte de la microgestión. Además, existe una pantalla de colonias donde puedes dar órdenes sin necesidad de tener que ir visitando planeta por planeta. Es un gran alivio si tienes un imperio bastante grande aunque puede darse el caso de que esta microgestión llegue a abrumarte.

 La galaxia puede parecer un lugar frío al principio pero pronto las cosas comenzarán a calentarse.

Hablando de tecnologías, el sistema de investigación de MOO II es uno de los más originales que he visto.
Si juegas a MOO II y te gusta el tema de investigar nuevas tecnologías, debes de saber una cosa: no vas a poder descubrir todos los avances disponibles del juego. Cuando se te da la oportunidad de elegir qué vas a descubrir, se te dará una serie de opciones en función de tu raza. Normalmente, son tres opciones. Las razas con la habilidad Genio reciben cinco opciones mientras que las que tengan el atributo Sin imaginación, solo tendrán acceso a una. Cuando elijas la nueva tecnología, las opciones restantes se bloquearán y las perderás. ¿Para qué sirve este sistema? Pues para aumentar la interacción con los otros imperios. La única forma de acceder a las que se te han quedado pendientes es a través del intercambio científico con otras civilizaciones o usando a tus espías para robárselas. Sin duda, es una forma genial de unir diversas mecánicas del juego que parecen que no tienen nada que ver entre sí.

Como sabes, la diplomacia en un 4X es uno de los aspectos más importantes para su éxito. En MOO II, el sistema de diplomacia es muy parecido al de los Civilization, por lo que no hay ninguna pega en ello. Puedes firmar tratados, intercambiar tecnologías, declarar la guerra, firmar la paz, amenazar a tu enemigo, pagar o cobrar tributos, etc. A ello se suma un excelente sistema de espionaje en el que puedes elegir si quieres que tus espías estén en estado durmiente, se dediquen a robar tecnologías o a hacerle la vida imposible a tus rivales por medio del sabotaje, además de usarlos para tareas de contraespionaje. No obstante, la única pega que pondría es que la IA puede llegar a ser muy irascible. Si le haces una proposición que no le gusta, se pone hecha una furia, así que ten cuidado con lo que propones.

Otra característica brillante de MOO II es el editor de naves.
Tienes acceso a él si has activado la opción de dirigir las batallas en persona. Gracias a esta herramienta, puedes diseñar tus propias naves con las tecnologías que vas descubriendo. Cada tipo de navío tiene un tope de puntos para gastar y cada tecnología o arma que añadas gastará una cantidad de estos puntos. Si llegas a cero, no podrás añadir nada más. Además, a la hora de seleccionar el armamento, puedes elegir diversas variantes como, por ejemplo, torretas fijas. Debes tomarte este apartado del juego en serio, pues una flota formada por naves mal diseñadas puede llevarte a la ruina. En caso de que no hayas activado las batallas, todas las tecnologías se añaden automáticamente a tus naves.

Y llegamos al apartado de las batallas.
Al igual que el resto del juego, éstas son por turnos. MOO II presenta un sistema de tácticas cuasi-perfecto que jamás haya visto en un 4X espacial. Cuando eliges la nave que quieres controlar, tienes la opción de seleccionar que armas quieres disparar, teniendo la ventaja de poder usar la más conveniente en cada momento. Puedes realizar también un escaneo del enemigo para ver cuáles son sus puntos fuertes y débiles. Además, te permite controlar las defensas orbitales y planetarias en caso de disponer. Las naves tienen una cantidad de puntos de movimiento, dependiendo del tipo de motor que tengan montado, y una serie de puntos de escudos. Cuando los escudos caen a cero, todo el daño se inflingirá a la estructura de esta (eso debe doler). Entre las tácticas que puedes desplegar en el campo de batalla, también puedes abordar naves o arramblar con ellas en una versión espacial de Ben-Hur. Si la cosa se pone fea, puedes retirarte pero, para ello, debes esperar a que tus naves inicien sus motores de salto. Mucho cuidado, pues existen dispositivos que pueden anular o retrasar tus motores, dejándolas a merced del enemigo. El control en las batallas es muy fluido y es divertido liderarlas, incluso si no eres muy bueno en el tema militar. El único pero sería que el sistema de combate, al funcionar por iniciativa, te deja poco margen cuando te enfrentas a un enemigo poderoso. Si las naves enemigas o el monstruo atacan primero y tu flota no es capaz de aguantar sus envites, no podrás dar la orden de retirada puesto que será arrasada en cuestión de segundos sin que tú puedas hacer nada.

 Si alguna vez quisiste gritar aquello de "¡Disparen torpedos de fotones!" este es el momento.

No todo son batallas y diplomacia.
Existen una serie de eventos aleatorios que pueden beneficiarte o hacerte la vida imposible. Entre ellos, cosas positivas como una boda entre dos diplomáticos de diferentes imperios, que aumenta las relaciones entre dichas naciones. Entre los negativos, el más horrible es el de la supernova, que puede arrasar tus colonias en un abrir y cerrar de ojos. También tienes mineros que encuentran nuevas vetas de mineral, sequías, disrrupciones en el continuo espacio tiempo que dan al traste con el viaje hiperespacial durante unos turnos, el surgimiento de piratas en sistemas con escasa presencia militar, etc.
Otros eventos están circunscritos a los planetas. Cuando exploras un nuevo sistema solar, te pueden llegar mensajes como que en un planeta existe población nativa, que trabajará para ti como agricultores, o la presencia de monstruos espaciales que pueden merendarse tus flotas y colonias en un abrir y cerrar de ojos. Uno de los eventos planetarios más importantes es el que da nombre al juego. Verás, en algún lugar del ancho espacio se encuentra el sistema de Orion. Este fue el lugar de nacimiento de los Orion, la misteriosa raza que se cree generó la vida en el universo tal y como la conocemos. Los Orion contaban con una tecnología sin igual. Si consigues colonizar Orion, recibirás una bonificación brutal a tu investigación y el halago del resto de imperios. ¡Ah, lo has adivinado! Existe un pero. Antes de desaparecer misteriosamente, los Orion pensaron que dejar su conocimiento sin ningún tipo de vigilancia podría suponer una debacle si caía en manos equivocadas. Por eso construyeron al Guardián, una gigantesca nave viviente que vigila los archivos de esta misteriosa civilización. Si tu flota consigue vencer al Guardián, podrás colonizar Orion.
Existen dos eventos globales que tienen que ver con dos de las formas de victoria.
El primero de ellos es la elección a líder del senado galáctico. Esta tiene lugar por primera vez cuando todas las civilizaciones se encuentren. Cada varios turnos, sus representantes se reunirán para votar al futuro líder que los unificará en un mismo gobierno y los llevará a un futuro glorioso. Los dos candidatos se eligen entre los emperadores con más poder en la galaxia. Para ganar, se necesitan 2/3 de votos de la cámara. En caso de empate, la elección se pospondrá para unos turnos después.
El segundo de ellos es la batalla final contra los antaranos. Esta terrorífica raza era la enemiga de los Orion. Su presencia en nuestro universo era tan peligrosa que los misteriosos habitantes de Orion no tuvieron más remedio que ir a la guerra. Consiguieron vencerles y encerrarlos en una dimensión de bolsillo para que no nos volviesen a molestar más. Sin embargo, el horror ha vuleto debido a que los antaranos han conseguido la tecnología para viajar a nuestra dimensión. Cada equis tiempo, una de sus flotillas viajará a nuestra dimensión y comenzará a destruir todo lo que encuentre en su camino para desaparecer después. Para poder vencerles definitivamente y ganar el juego, tienes que encontrar la manera de enviar una flota a su dimensión. No pienso decirte cómo para no chafarte la sorpresa.
También existen una serie de profesionales (mercenarios, más bien) que aparecerán para ver si necesitas de sus servicios conforme tu imperio gane en popularidad. A cambio de una paga, estos personajes trabajarán para ti en una de estas dos categorías: almirantes y gobernadores. Cada uno de ellos posee características diferentes. Por ejemplo, un personaje con la habilidad Granjero aumentará la cantidad de comida producida del sistema solar que gobierne. Con el paso del tiempo, irán ganando experiencia y mejorando sus atributos.

 Te seré sincero, el director Androgena siempre me dio mal rollito. ¿Qué se supone que es?

Los gráficos del juego son los correctos para el año de su fecha de publicación (1996). Los retratos de los personajes están dibujados con un estilo de cómic muy noventero. Las animaciones son correctas aunque los movimientos de los emisarios son bastante mecánicos y nada naturales. Las naves aparecen muy bien representadas y es difícil confundirte a la hora de saber cuál es cuál.
La interfaz del juego está muy cuidada y no molesta para nada durante la partida. Los botones son bastante grandes para que no te pases la mayoría del tiempo buscándolos. MOO II cuenta también con un práctico sistema de ayuda/enciclopedia que se activa cuando haces click derecho sobre un elemento de la pantalla.
En cuanto al sonido, mención especial a la espectacular banda sonora compuesta por Laura Barrett. Son canciones con un toque futurista casi místico que casan con la atmósfera del juego. Cada civilización posee su propia melodía en la pantalla de diplomacia, muy acorde con su personalidad. Por ejemplo, el tema de los alkari te da la sensación de estar volando sobre un gran valle.

Dime si llevo razón o no con lo de la música. Fuente

Volvamos a lo que decía al principio.
Master of Orion II es un juego que muy pocos han conseguido igualar o superar. Ofrece todo lo que un aficionado a los 4X espaciales busca y hace que todas sus partes estén interconectadas con maestría. Puede que la microgestión te pueda jugar una mala pasada pero, en cuanto le coges el tranquillo, disfrutarás como un enano espacial.
Pruébalo si todavía no lo has hecho. No te arrepentirás.

¡No dejes de jugar!

Imágenes sacadas de Mobygames.com

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