viernes, 21 de julio de 2017

Castlevania Bloodlines: La sangre es vida.


Drácula.

Al pronunciar ese nombre, más de uno habrá comenzado a temblar de terror. Otros, simplemente, habrán corrido gritando buscando una estaca. Y solo unos pocos estarán riéndose de mí porque pensaba que comenzar este post con el nombre del Príncipe de las Tinieblas haría que te asustaras. ¡Iluso de mí!
No obstante, la figura del vampírico aristócrata de origen rumano (no en vano, Drácula está inspirado en la figura de Vlad III de Valaquia, conocido por todos por el simpático sobrenombre de El Empalador) ha alimentado la imaginación de cientos de personas durante generaciones. Poco pensaba Bram Stoker cuando publicó su novela en 1897 la repercusión que tendría en la producción cultural futura. Basándose en la historia del que en la actualidad es el héroe nacional de Rumanía y en el folclore relacionado con los chupasangres, Stoker forjó a un villano carismático y siniestro a partes iguales, creando una historia que me pone los pelos de punta cada vez que la leo. Bueno, quizás haya exagerado pero la oscuridad inherente de Drácula hace que más de uno se niegue en rotundo a bajar a la cocina a beber un vaso de agua a las dos de la madrugada. Una pena que Stoker no pudiera haber publicado el final que tenía pensado desde un principio en el que Drácula vencía a Mina Harker y a sus compañeros. Ya sabes, la moral victoriana obligaba a que el final fuera feliz.
A partir de ahí, Drácula ha aparecido en sin fin de adaptaciones, no solo en la famosa película de Coppola que adaptaba la novela al cine con un soberbio Gary Oldman en el papel del señor de los vampiros, sino también en incontables películas de terror de serie B (las de la Hammer son las primeras que se me vienen a la cabeza), series (¡aparece en uno de los capítulos de Buffy Cazavampiros, por el amor de Giles!) o, incluso, cómics.
Los videojuegos no podían quedarse atrás a la hora de mostrar a Drácula en toda su no muerta gloria. Sería a finales de los 80 y a principios de los 90 cuando una compañía japonesa llamada Konami se sacara de la manga un curioso plataformas en el que manejábamos a un cazador de vampiros que tenía que internarse en el castillo del conde para darle muerte. Ese cazador de vampiros se llamaba Simon Belmont y el videojuego era Castlevania. El éxito de la propuesta de Konami fue tal que surgieron docenas de secuelas y spin-offs a lo largo de los años. Hoy pienso hablarte de una de estas secuelas: la que me introdujo en esta maravillosa saga y que es mi entrega favorita de todas, a la que pude jugar gracias a un emulador de Megadrive (lo sé, soy un monstruo): Castlevania Bloodlines.

Solo existen dos personas en este mundo a las que les quedan bien las chorreras. 
Una es John Morris. La otra, Austin Powers. Fuente

Creado en 1994 y conocido en Europa como The New Generation porque en Europa parece ser que nos da miedo la sangre, Castlevania Bloodlines es la única entrega de la saga ideada por Konami para una de las consolas de la compañía del erizo azul. Concretamente, Megadrive o Genesis, como era conocida por la tierra de la libertad. No es que sea única por eso. Se llama Bloodlines y con razón: es el único Castlevania donde la sangre brota a borbotones, a diferencia del resto. Matas a un enemigo y, en lugar de desvanecerse, cae al suelo hecho una masa sanguinolenta. Pero esa no es la única baza de este Castlevania.

Veamos su historia.
Es 1914. Elizabeth Bartley, aristócrata vampírica y una mala traducción al inglés de Erzsebeth Bathory (para quien no lo sepa, es la famosa Condesa Sangrienta), desea con todo ahínco devolver a la vida a Drácula (no por ello, Vlad III era tío abuelo de Bathory), que lleva años muerto tras su último enfrentamiento con un miembro de la familia Belmont. Para ello, necesita realizar un sacrificio acorde con la importancia del finado. Bartley utiliza sus conocimientos arcanos para nublar las mentes de los principales dirigentes europeos de la época para aumentar las tensiones entre ellos y desatar lo que muchos conocemos hoy como Primera Guerra Mundial. Su plan tiene éxito: las miles de almas de los caídos en los diferentes campos de batalla del conflicto bélico que se suponía que tenía que haber terminado para Navidad reviven a Drácula, que comienza a extender su poder por todo el continente.
¿Quién nos salvará? Pues esta vez los miembros de la familia Belmont no están disponibles para llevar a cabo tan ardua tarea, así que son otros dos cazadores los encargados de devolver a Drácula al infierno del que nunca tuvo que salir. Estos dos héroes son John Morris, armado con el Vampirekiller: el látigo bendito usado por los Belmont; y Eric Lecarde, cazavampiros segoviano (aunque no lo parezca por el nombre) armado con la Lanza de Alcarde. Juntos deberán perseguir al vampiro y a su discípula por la Europa devastada por la guerra, visitando lugares tan emblemáticos como el castillo Bran (una de las posesiones del propio Vlad III en la realidad) o la Torre de Pisa.

 Es que tener que lidiar con Drácula cada cien años termina cansando. Fuente

La mecánica del juego no tiene ningún intríngulis.
Al comenzar, debemos elegir con qué personaje queremos jugar. Cada uno de ellos posee ciertas habilidades especiales. Por ejemplo, Eric puede usar su lanza para impulsarse y realizar un salto de gran altura.
Tras la elección, se nos muestra un mapa de Europa donde aparece el lugar en el que nos encontramos. Comienza la fase. En ella debemos acabar con los enemigos que nos salen al paso, esquivar las trampas que Drácula nos tiene preparadas y, al final, enfrentarnos al jefe para recuperar una de las perlas rojas que permitirán acabar con el encantamiento al que Bartley ha sometido a Guillermo II y compañía. Por el camino podemos recoger power-ups tales como armas especiales (hachas, crucifijos, agua bendita, etc.), comida que restablece nuestra barra de salud o una reliquia que nos otorga el poder de la invencibilidad. También podemos hacernos con unos diamantes que nos proporcionan munición para lanzar las armas especiales, todos ellos escondidos, como en muchas entregas de la saga, en el interior de unos candelabros. Además, existe un libro de hechizos que al recolectarlo, mejora la potencia de nuestro arma. La aventura concluirá con la espectacular batalla final contra Drácula en sus dos versiones, vampírica y demoníaca, como nos tienen acostumbrados los chicos de Konami.

Hmmmm... Sangre... Fuente

Vamos al análisis.
Lo positivo de Castlevania Bloodlines es que, ofreciendo algunas ideas novedosas, sigue siendo fiel al Castlevania original. Pasamos de recorrer los pasillos y salones del castillo de Drácula a perseguir al vampiro por todo el continente europeo. Esto se refleja en la variedad de niveles y en lo bien ambientados que están aunque que te aparezcan momias en la Torre de Pisa todavía me resulta extraño. En el Palacio de Versalles te enfrentarás a hordas de armaduras andantes, plantas mutantes y a una fuente de la que mana sangre (si no juegas a la versión europea, obviamente). En la factoría de municiones alemana harán acto de presencia los esqueletos de los soldados caídos en combate que lanzan sus huesos como si fueran granadas de mano, extraños híbridos de insecto y máquina y, dependiendo con qué personaje juegues, a la criatura de Frankenstein (en el caso de John) o a un poltergeist que utiliza los engranajes de la maquinaria de la fábrica como cuerpo (si juegas con Eric). En el castillo Carmentia, en Inglaterra, te enfrentarás en un duelo final a Drácula pero antes verás como su poder ha afectado a la realidad con superficies que no son lo que parecen. Y mención aparte para el efecto del agua en el nivel del templo sumergido en Grecia.
Los enemigos están bien posicionados y siguen a rajatabla las reglas del horror gótico. Tienes fantasmas, las armaduras vivientes anteriormente mencionadas, esqueletos, momias, minotauros, muertos vivientes y las famosas cabezas de gorgona que aparecen en la mayoría de juegos de la saga.
La idea de poder elegir entre dos personajes es magnífica. Cada uno de ellos tiene sus propias ventajas e inconvenientes. Datos curiosos: John Morris es el único personaje de Castlevania que, junto con el propio Drácula, está conectado con la novela de Stoker. John es descendiente de Quincey Morris, uno de los protagonistas que aparecen en la novela y que ayuda a Mina y al Dr. Van Helsing en su lucha contra el vampiro. La lanza que porta Eric es un regalo de Alucard, el díscolo hijo de Drácula, dhampir que odia con ganas a su padre porque su sola presencia pone en peligro la existencia de toda la humanidad.
Los gráficos son detallistas a más no poder. Una cosa que siempre me ha llamado la atención es la sangre borboteante que aparece no solo en algunos lugares de las diferentes fases por las que pasas sino también en los títulos de crédito, convirtiendo a Castlevania Bloodlines en el juego más sangriento de la saga. Las animaciones de los personajes son muy naturales. Hago mención especial a las de la armadura mecánica, el jefe del castillo Bran, cuyos movimientos denotan su carácter de autómata, con sus pasos y giros acompasados.
Los sonidos son correctos para ser un juego de Megadrive. Pero, sin duda, donde destaca Castlevania Bloodlines (como el resto de juegos de la saga) es en la banda sonora. ¿Quién ha compuesto esta obra maestra? Pues nada más y nada menos que la gran Michiru Yamane, que nos dejó otras piezas inolvidables en otros juegos tales como Sunset Riders y Castlevania Simphony of the Night. Los temas demuestran que el chip de sonido de Megadrive podía llegar a ser igual o, incluso, superior al de Super Nintendo. Puedes comprobarlo escuchando Red Pearl, el tema que te da la bienvenida al juego en el castillo Bran; Prayer for a Tragic Queen, cuyos sonidos dieciochescos casan con la atmósfera de Versalles; Iron Blue Intention, uno de mis temas favoritos, con ese aire entre Mozart y Wagner; o el más bello de todos, Requiem for the Nameless Souls, el vals que suena en los títulos de crédito finales (sí, dice que es un réquiem pero es un vals. ¡Alegría!). También encontrarás versiones de temas clásicos de la saga como Vampire Killer, Bloody Tears, Beginning o el épico Theme of Simon.

Denn die Todten reiten schnell. Fuente

¿Puntos malos del juego?
En puntuales ocasiones el juego muestra algo de ralentización en los frames cuando hay demasiados elementos en movimiento en la pantalla pero no es nada grave.
También está la manía de que los personajes suben las escaleras como si estas estuvieran cubiertas con superglue.
Por lo demás, nunca pude sacarle ningún punto negativo más. En serio. Y eso que he tirado la nostalgia por la ventana.

Aquí tenemos a John bailando El Robocop mientras sube unas escaleras. Fuente

Esto es un juego de consola, así que si te has quedado con ganas de echarle un tiento, puedes buscar un emulador de Megadrive/Genesis y la rom del juego e intentar probarlo en tu PC. Pero eso no te lo he dicho yo, ¿eh?
Si consigues jugar, prepárate. Coge tu látigo y encomiéndate a todos los santos, pues este es otro de los ejemplos de porqué la saga Castlevania es una de las mejores en cuestión de plataformeo.

¡No dejes de jugar!

 Para terminar, una curiosidad sobre el sprite de Eric. 
En las cinemáticas, se nos deja bien claro que Eric es rubio. 
Sin embargo, nuestro cazavampiros patrio muestra
 una negra melenaca a lo largo de todo el juego. Fuente

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