viernes, 6 de octubre de 2017

Beneath a Steel Sky: Viaje al centro de Union City.


Hacía siglos que no jugaba a una buena aventura gráfica.
Estaba un poco cansado de tanto comandar ejércitos hacia la victoria (o la más horrible de las derrotas), así que decidí dar un descanso a la estrategia y jugar a algún juego de un género que, por desgracia, parece estar de capa caída en nuestra época. Tengo hecha una cuenta en GOG.com donde almaceno algunas aventuras gráficas que te regalan cuando te haces una por primera vez. Me llamó la atención una: Beneath a Steel Sky (BSS a partir de ahora). Había oído hablar maravillas de ella y decidí darle un tiento. No me arrepentí de hacerlo.

Mucho antes de contarnos las aventuras y desventuras de George Sttobart y Nicole Collard, Revolution ya hacía buenas aventuras gráficas. Para BSS, no solo decidieron usar una versión depurada de su tecnología Virtual Theatre, que permite a los personajes del juego moverse libremente por los escenarios como si llevaran una rutina diaria, en lugar de quedar estáticos como en la mayoría de aventuras de la época. Se aliaron con Dave Gibbon, dibujante y guionista de cómics, famoso por publicar Watchmen junto con Alan Moore. El resultado es una aventura gráfica sobresaliente.

Nuestro alter ego en el juego es Robert Foster.
Robert vive en una aldea situada en un lugar impreciso del GAP, un inabarcable desierto postapocalíptico. Lo único que recuerda de su infancia es que él y su madre vivían en Union City, uno de los pocos reductos de civilización en la zona, una mega ciudad dividida en tres niveles, siendo el más alto el reservado para la industria y el más bajo usado como zona residencial. No recuerdas porqué pero tu madre te recogió una mañana y, juntos, escapasteis de vuestro hogar a bordo de un helicóptero rumbo a Hobbart, la ciudad enemiga de Union City. Pero a mitad del viaje, un helicóptero del Servicio de Seguridad de vuestra localidad natal os derribó cuando sobrevolabais el GAP. Tú fuiste el único superviviente. Por suerte, un grupo de exploradores de una aldea cercana te recogió. Su chamán te adoptó como su hijo y los habitantes del lugar te trataron como a uno más. Han pasado muchos años tras aquel incidente, años en los que has descubierto que tienes un don innato para la robótica tras construir a tu colega mecánico, un simpático robot llamado Joey.
Pero una noche, tu padre tiene una visión. Un mal se está extendiendo como un cáncer por toda Union City. Sus ramificaciones están llegando incluso al GAP en busca de algo. Ese algo eres tú. Cuando crees que es otra de sus visiones sin sentido, la aldea es atacada por un helicóptero del Servicio de Seguridad de Union City. Sus ocupantes descienden con el objetivo de llevarte de vuelta bajo la promesa de dejar en paz a aquellos que te han criado durante toda tu vida. Aceptas buscando lo mejor para tu padre y tus paisanos. Pero cuando el helicóptero despega, el oficial al mando, un tipo cruel llamado Reich, ordena bombardear el asentamiento.
Furioso y triste por tan gran pérdida, llegas a Union City pero, ¡desastre!, el piloto pierde el control del aparato y se estrella. No obstante, tú sobrevives. Parece que la historia vuelve a repetirse pero, esta vez, es al revés. Ahora eres un fugitivo buscado por las autoridades de Union City. No tardas ni un segundo en ponerte manos a la obra para dar respuesta a las múltiples preguntas que te rondan por la cabeza y regresar cuanto antes al GAP. ¿Quién quiere que vuelvas a esta ciudad? Y, sobre todo, ¿por qué? Tal vez un viaje a las profundidades de Union City sea la clave para desentrañar este misterio...

Nuestro sufrido protagonista huyendo de la muerte desde el cielo.

Como en toda aventura gráfica que se precie, controlamos al bueno de Robert con el ratón.
Sin embargo, Revolution utiliza su clásico sistema de control basado únicamente en los dos botones del ratón. Si eres un veterano en este género, sabrás que muchos de estos juegos utilizan una interfaz donde aparecen una serie de verbos que podemos aplicar a los elementos del escenario, por ejemplo abrir para acceder al contenido de un recipiente cerrado. En BSS es diferente. Movemos a Robert tanto con el botón derecho como con el izquierdo. Si hacemos click sobre un objeto o elemento del escenario, Robert dará una descripción de lo que está viendo, como si hubiéramos seleccionado la acción mirar. Si hacemos lo mismo pero con el botón derecho, nuestro protagonista realizará la acción más lógica. Un ejemplo: si hacemos click derecho sobre un PNJ, Robert hablará con él. Es un sistema de interacción tan bueno como al que estamos acostumbrados aunque no toma tanto tiempo el tener que realizar ciertas acciones, algo que en algunos puzzles de BSS es de vital importancia.
Accedemos al inventario llevando el cursor a la parte superior de la pantalla. La verdad es que la cantidad de objetos que recogeremos a lo largo del juego no es apabullante. Esto choca bastante con la inclusión de dos flechas para poder movernos a través de nuestra colección de cachivaches. Nunca he necesitado de estos controles para poder acceder a otros objetos, por lo que me parece un añadido sin ningún sentido. No es que ocupe gran espacio en la pantalla pero no le veo ninguna razón de ser. Podemos interaccionar con los objetos usando los botones del ratón. Una cosa bastante curiosa es que en BSS la existencia de artilugios combinables, algo bastante común en muchas aventuras gráficas, es anecdótica. Para que te hagas una idea, solo existen dos objetos que puedes combinar para crear algo más grande. Creo que es algo que corta un poco la capacidad creativa y resolutiva del jugador, además de proporcionarle pocos quebraderos de cabeza a la hora de solucionar un problema.

Esas flechas son pura decoración.

La cantidad de personajes con los que te toparás en tu periplo por Union City es moderada.
No son muchos, más que nada por la duración del juego. Pero no te preocupes. Cada uno de ellos tiene una personalidad arrolladora. Desde el sanguinario Reich hasta la misteriosa Anita pasando por el cerdo de Lamb, cada uno de ellos derrocha carisma por los cuatro costados. Si existe un personaje que merece todos mis halagos ese es Joey. Tu colega robótico es un añadido genial. No molesta para nada ni se hace cargante. De hecho, sus comentarios están llenos de un humor sarcástico y, en ocasiones, bastante negro. Joey no es solo un personaje más. Lo necesitarás para resolver algunos puzzles del juego. Además, si le ofreces un objeto, lo analizará para darte pistas sobre su uso. No es un spoiler con patas (mejor dicho, con ruedas) ya que se dejará siempre algo en el aire para que tú puedas sacar tus propias conclusiones. ¡No todo te lo va a dar mascado!
Eso sí, tengo que hablar del sistema Virtual Theatre. Sí, da naturalidad a las acciones de los personajes y no tienes la sensación de estar ante un decorado de cartón piedra como podría ocurrir en otros títulos del género, con personajes que parecen que están anclados en el lugar donde los encontraste para toda la eternidad. No obstante, tiene algunos defectos graves, algo que probablemente fuera lo que hizo que Revolution no volviera a usar esta técnica en sus siguientes juegos. El peor de todos es que si tienes que resolver algún puzzle en el que esté implicado un personaje y este no aparece, tendrás que esperar hasta que haga acto de presencia, perdiendo un precioso tiempo que podrías estar usando para avanzar en la historia. Además, cuando hablas con un PNJ, este no se quedará en su sitio escuchándote sino que tanto Robert como él se posicionarán en un lugar concreto del escenario para comenzar la charla. Y si algún personaje se interpone, deberás esperar a que desaparezca de delante de tus narices o tomar una ruta alternativa, algo bastante frustrante.

 Joey nos enseña su famosa imitación de un dalek.

Una cosa que me hubiera gustado que Revolution le hubiera sacado más partido son los terminales LINC y el mundo virtual. LINC es la IA central de Union City que controla su sistema informático. Puedes conectarte a uno de sus terminales para conocer las últimas noticias y resolver algunos puzzles. También existen unidades de conexión que te permiten viajar a un mundo virtual a lo MATRIX de Shadowrun. Es indispensable hacerlo para avanzar en la trama pero creo que se podían haber hecho más cosas con este interesante concepto, como conocer más cosas sobre Union City y qué es lo que hizo que la gente tuviera que vivir allí. Aunque se menciona cada dos por tres la ciudad de Hobbart, no sabrás nada más sobre ella. Supongo que será un mcguffin. Ya sabes, un elemento por el que la trama se mueve pero del que se muestra o explica poco para no interferir demasiado con la historia.

La duración del juego es corta.
Me lo pasé en un par de tardes. Eso no significa que la historia sea un baturrillo de ideas mal conectadas por las prisas. Al contrario. Tener a alguien como Dave Gibbon detrás del guión asegura el éxito. No quiero revelarte nada pero te digo que, aunque hay momentos donde puedes imaginarte qué va a pasar a continuación, siempre querrás ir hacia adelante para saber más. Union City es representada como una ciudad distópica y sucia, algo que llama la atención de Robert pues él no la recuerda así. No te pierdas la escena del juicio porque eso es el apoteosis de cómo una sociedad civilizada puede caer hacia lo más hondo de la aberración moral. Por cierto, los diálogos están muy bien construidos y hacen gala de un gran humor inglés, con doble ración de sarcasmo para todos, y sin desentonar con la atmósfera dramática de la historia.

El juicio contra Hobbins. Probablemente, la fase del juego más descacharrante de todas.
Si es que parece un sketch de los Monty Python.

Otro tanto para los gráficos, dibujados a mano.
Cada uno de los escenarios está hecho con mimo y podemos disfrutar de espectaculares panorámicas de cada uno de los niveles de Union City. El primer nivel es una amalgama industrial llena de óxido y una neblina en el cielo causada por la contaminación. El tercero es el nivel residencial, limpio, lleno de estatuas y jardines. Súmale a ello una impresionante catedral de estilo gótico. En medio de estos dos niveles está el comercial. Es, básicamente, una mezcla de las dos características principales de los otros dos: lujo y suciedad. En un principio, te puede parecer un lugar bonito para vivir pero en cuanto visites algunos de sus rincones te arrepentirás de ello.
La introducción está hecha con viñetas de cómic, lo que todavía le da más encanto.
En cuanto al sonido, los actores de doblaje hicieron un gran trabajo. No sé qué me gustó más, si el acento escocés que tira de espaldas de Hobbins o que no pude parar de reír cuando el Dr. Burke abrió la boca y dejó claro que le podía llamar Herr Doktor. Todas las voces pegan a la perfección con su personaje y transmiten genialmente sus emociones.
La música también está bastante acertada en cuanto a composición. Sin embargo, hay ocasiones en las que noté que no pegaba mucho con lo que se mostraba en escena. Por ejemplo, el tema de la fábrica de tubos suena más como una marcha militar que como algo industrial o el del tercer nivel, que tiene cierto toque épico cuando, en realidad, no hay ninguna razón para ello.

 El primer nivel de Union City en toda su oxidada gloria.

Sí, es cierto eso que me decían de este juego.
Beneath a Steel Sky es un clásico de las aventuras gráficas que, pese a algunos fallos, más de uno debería jugar una vez en su vida. Lo recomiendo mucho, sobre todo porque no exige mucho tiempo por parte del jugador para desvelar los secretos que se esconden en las profundidades de Union City.

¡No dejes de jugar!

Imágenes extraidas de Mobygames.

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