sábado, 3 de marzo de 2018

Sid Meier's Pirates! Gold: La vida pirata es la vida mejor.



Vuelvo a la carga con otro juego del tío Sid.

La verdad es que las historias de piratas nunca me han llamado mucho la atención. Eso no me ha impedido disfrutar de juegos ambientados en la edad de oro de la piratería en el Caribe, allá entre los siglos XVII y XVIII, tales como Tropico 2, Port Royale o el que te ocupa hoy este rato de lectura. Yo soy más de tipos enfundados en cota de malla a lomos de un caballo desfaciendo entuertos a golpe de espada.
Sin embargo, la piratería siempre ha tenido su rincón en la cultura popular. Desde La Isla del Tesoro de Stepheson hasta la versión pasada de rosca con tintes sobrenaturales de Piratas del Caribe de Disney, las historias de tipos montados en barcos en busca de botín en las procelosas aguas del Caribe han despertado nuestra imaginación. Por supuesto, y como buen historiador que soy, pienso que los piratas eran delincuentes sin escrúpulos que amaban lo ajeno y que eran capaces de hacer barrasadas que nos harían vomitar por un simple doblón. No obstante, ha prevalecido entre nosotros esa visión romántica del pirata como espíritu libre que rompe las cadenas de las convenciones sociales y morales de su época para buscar un futuro mejor. El propio Sid lo dejó bastante claro cuando en 1983 publicó el Pirates! original: “Nos hemos basado más en las películas de aventuras de Errol Flynn que en la piratería histórica”. Porque Pirates! es más un homenaje a las películas de capa y espada del famoso actor que en lo que verdaderamente pudo pasar en el Caribe a mediados de la Edad Moderna.

 La dura vida del pirata.

Sid Meier's Pirates! Gold (SMPG a partir de ahora para evitar perder cordura al leerlo) es un remake de este juego, que fue publicado en 1994. De hecho, puede ser uno de los juegos con más remakes a sus espaldas porque a comienzos de los 2000 recibió un nuevo remake. Esto se debe a que es, junto con Civilization y Alpha Centauri, uno de los juegos más exitosos de nuestro gurú de los videojuegos favorito (bueno, es el mío). ¿Por qué? Ahora lo verás.

SMPG toma lugar en el Caribe, donde encarnaremos a un joven capitán de una tripulación de piratas sedientos de riquezas. Nuestro objetivo en el juego es retirarnos lo más ricos posibles, rescatando a nuestra familia en el proceso y, si queremos, casándonos con la hija del gobernador o de un poderoso comerciante. Eso sí, también podemos terminar abandonados por nuestra tripulación en una isla desierta o muriendo de disentería en una mazmorra o, peor aún, colgando de lo alto de un patíbulo.
Para poder terminar como Henry Morgan (de los pocos piratas que acabó sus días en paz siendo gobernador de Jamaica) y no como Edward Teach, alias Barbanegra, debemos llevar a cabo una serie de cometidos que harán que nuestro escondrijo del tesoro se llene hasta el techo de doblones y piezas de a ocho.

Antes de empezar, podemos elegir entre aventurarnos en una de las épocas históricas de la piratería que se nos ofrecen o liderar una expedición histórica encarnando a un famoso pirata como el propio Morgan. Si elegimos la primera, tenemos varias opciones que van desde los comienzos de la piratería en el Caribe, allá por finales del siglo XVI, hasta su declive a comienzos del XVIII. La dificultad aumenta o disminuye según que época escojamos. Porque no es lo mismo jugar durante la hegemonía del imperio español, con la armada más grande y eficiente que ha conocido el ser humano, que surcar las aguas a bordo de tu galeón tras la creación de la Hermandad Pirata, cuando todas las naciones que pugnaban por el control de este pedazo del océano Atlántico vieron horrorizadas como saqueadores y ladrones se ayudaban los unos a los otros para esquilmar sus flotas del tesoro.
A continuación, crearemos nuestro pirata seleccionando su nacionalidad, especialidad (esgrima, navegación, cirugía, etc), el nivel de dificultad con el que queramos jugar y, por último, ponerle un nombre a nuestro alter ego virtual.

Decisiones, decisiones...

Si conoces los juegos de Microprose de finales de los 80 y principios de los 90, sabrás que la acción transcurre a través de varios minijuegos. Vencer en ellos es clave para que la historia avance y si SMPG es el más exitoso de la compañía es porque ninguno de ellos aburre.
El que más aparecerá durante la partida es el de navegación. Viajas con una miniatura que representa a tu barco en un mapa del Caribe donde el viento influye en tu velocidad y algunos lugares están salpicados con arrecifes que pueden hacer encallar tu preciosa embarcación. Al llegar a puerto, tenemos varias opciones de entrada, desde navegar hacia él sin tomar ninguna precaución hasta realizar un asalto para tomar la ciudad. En las ciudades podemos realizar cosas tales como comprar y vender mercancías; reparar, vender y aprovisionar de cañones nuestras naves; contratar a nuevos tripulantes, enterarnos de los últimos cotilleos o contactar con el gobernador para que nos ofrezca una misión o un ascenso por nuestros servicios (además de poder casarte con su hija si te hace tilín. ¡Jujuju!). El puerto también es el único lugar donde podemos guardar la partida cuando accedemos a nuestro camarote, lugar donde podemos también consultar el estado de nuestra expedición, practicar esgrima o mirar nuestros mapas. Navegar puede hacerse un poco pesado pero, por suerte, pulsando la tecla T el tiempo avanza más deprisa. Eso sí, no te olvides de desactivar esta opción cuando navegues por aguas traicioneras.

Creo que a Su Graciosa Majestad Británica 
no le va a hacer gracia que ataquemos este barco.

Durante tus viajes aparecerán encuentros aleatorios con otros barcos. Puedes ignorarlos o acercarte a ellos. Cuando te interesas por uno se te dará información sobre el tipo de barco y a quién pertenece (España, Inglaterra, Francia, Holanda o Pirata). Puedes alejarte, saludarlos en busca de noticias o, como todo buen filibustero debe hacer, atacarles. Algo curioso es que algunos encuentros con piratas funcionan como la protección del juego contra la piratería. Antes de Securom y demás sistemas intrusivos de seguridad, así era como los desarrolladores de videojuegos combatían a la piratería informática. En nuestro caso, debías consultar en el manual a qué corsario pertenecía la bandera que te muestran y elegir la opción correcta. De fallar, el juego se volvía prácticamente injugable. ¡Oh! Y si tienes suerte, puedes toparte con la flota del tesoro española y dejarla temblando.
Acceder a la localización de algunas ciudades, al lugar donde está prisionero uno de tus familiares o donde hay enterrado un tesoro escondido resulta imposible montado en un barco porque están tierra adentro. No te preocupes porque en cuanto tu nave se posa en la costa, podrás dar la orden de desembarcar y explorar la zona. Eso sí, al igual que la navegación, la expediciones tierra adentro consumen alimentos, lo que hará que los miembros de tu tripulación se pongan nerviosos si no tienen nada que llevarse a la boca. Además, en la ciudades de interior, como comprenderás, no hay puerto, por lo que no puedes realizar acciones relacionadas con tu flota o guardar la partida.
Lo que sí tienen todas las ciudades es un banco. Aquí es donde decides si terminas una expedición y repartes el botín entre toda tu tripulación. Cuando lo hagas, ten en cuenta que tú te quedas con una gran cantidad, por lo que tu reputación se puede ver dañada si llegas a ser un tacaño. Tras esto, puedes decidir si iniciar una nueva expedición con un nuevo nivel de dificultad o retirarte para siempre. Esta última acción te revelará tu puntuación final y qué le pasó a tu personaje tras su retiro dependiendo de todo lo que hayas hecho durante la partida. A veces debes retirarte de forma forzosa si eres víctima de una enfermedad o tu avanzada edad te impide seguir saliendo a saquear ciudades y barcos. La vida es así de dura.

 ¡Ah! El inconfudible aroma salobra de la brisa marina.

El siguiente minijuego es el de combate naval.
¡Yohoho! Este es uno de mis favoritos junto con el de esgrima. Debes controlar tu nave para enfrentarte a tu enemigo. La nave enemiga posee una cantidad de cañones y de tripulación que debes reducir si quieres dejarla a tu merced. El viento influye a la hora de navegar, como es natural. Si vas en contra, que sepas que no te moverás mucho y puede que pases de ser cazador a presa.
En lo que realmente destaca este minijuego es en lo bien que está simulada la capacidad de maniobra de cada una de las naves. Por ejemplo, una chalupa es pequeña y frágil pero su velocidad con el viento a favor es tal que puede llegar a ser un enemigo formidable para la más poderosa de las embarcaciones. Por otra parte, el galeón es una de las naves con la capacidad de fuego más potente del juego pero que cuesta más maniobrar debido a su monstruoso tamaño, lo que puede ponerte en peligro si luchas contra una nave más ligera o navegas en contra del viento. En lo que adolece el combate en alta mar es en que solo dispones de un tipo de munición. No hay opción para elegir, por ejemplo, entre balas encadenadas (que podían desarbolar un barco como si los mástiles estuvieran hechos de mantequilla) o balas al rojo (por si querías convertir el barco enemigo en una barbacoa). No obstante, el combate sigue siendo divertido solo con balas de cañón macizas. El final de la pugna llega cuando una de las tripulaciones se rinde, uno de los barcos consigue escapar o cuando estos se juntan para realizar un abordaje, que dará paso al minijuego de duelo a espada. Si consigues tu propósito, podrás quedarte con el barco enemigo (si no está para hundirlo, además de que necesitas dividir a tu tripulación para hacerlo navegar), provisiones, cañones (curioso, porque esta es la única forma en el juego de conseguir nuevas piezas de artillería) e, incluso, nuevos miembros para tu tripulación de malnacidos.
Existe una variante de este minijuego. Cuando atacas una ciudad no te enfrentarás a la flota enemiga sino que tendrás que reventar todas sus defensas, representadas por una fortaleza. Aquí tienes que dar todo lo que puedas como navegante, puesto que debes impedir que tu nave encalle contra la costa o los arrecifes que la circundan o que el viento vaya en tu contra porque las fortalezas, a diferencia de los barcos, son más certeras a la hora de impactar contra tu cascarón. Si consigues arrasar la fortificación, podrás asaltar la ciudad con tu tripulación.

 ¡Por la caspa de Barbanegra! Es hora de hundir a esos marineros de agua dulce.

Pasamos al asalto de ciudades.
Este minijuego se desarrolla como un juego de estrategia, algo así como las batallas de Lords of the Realm pero con piratas. Nuestra tripulación estará dividida en diferentes tipos de unidades como fusileros o espadachines. Tendremos que enfrentarnos a la guarnición de la ciudad, que estará compuesta por unidades tan variadas como las anteriormente mencionadas y, para nuestro horror, caballería. El objetivo es hacer que huyan o se rindan para tomar la ciudad en nuestro nom... Quiero decir, en nombre del monarca al que sirves. Las unidades se mueven por grupos y se tienen en cuenta valores como la moral o la fuerza de ataque. Todo muy sofisticado para ser un simple minijuego.

Y es la hora de hablar del minijuego al que más amor profeso: ¡duelos a espada!
En este minijuego te enfrentas al capitán de una embarcación que hayas abordado o a alguien al que durante una visita a un puerto no le hayas caído bien. Antes de comenzar, eliges entre una de las tres armas a tu disposición: estoque, sable o espadón. Parece mentira pero el arma que escoges influye en la forma en la que luchas. El sable es un arma bastante contundente pero su corto tamaño hace que tengas que acercarte a tu enemigo a una distancia no recomendada por las autoridades sanitarias. El estoque es el tipo de espada más rápida pero requiere de mucha técnica para saber usarla. Por su parte, el espadón da unos tajos de campeonato pero es lento y pesado.
Como en todo buen duelo, tu objetivo es hacer que tu rival se rinda. Tanto su marcador de aguante como el tuyo aparecen reflejados por sendas banderas. Tienes que bajar su bandera hasta tierra para ganar. En el caso de los abordajes, el número de tripulantes en cada bando influye en forma de bonificaciones para el aguante. A la hora de moverte, existen tres tipos de movimientos: ataque, defensa y retroceso (este último es la única forma de escapar si la cosa se pone fea). A su vez, estos tres movimientos están divididos en tres direcciones: arriba, centro y abajo. Debes adelantarte a los movimientos de tu oponente y saber cuándo dar un tajo o cubrirte porque la IA en los duelos es realmente inteligente. Sabe cuándo atacar, cuándo defenderse y si eres de los que cree que un duelo a espada es aporrear botones como un loco, reconocerá los patrones de movimiento de tu personaje, por lo que repetir la misma coreografía una y otra vez no sirve de nada. Otro punto positivo es que los botones de movimiento están ligados al teclado numérico de tu ordenador, por lo que es muy fácil controlar a tu personaje. Por ejemplo, si pulsas 7 tu personaje lanzará una estocada hacia arriba para dañar la cabeza o cuello de tu oponente. Puedes usar el ratón pero no te lo aconsejo porque hace que pulsar los botones de movimiento sea más lento y, por lo tanto, estarás muerto en cuestión de segundos.

 Ese malandrín está buscando bronca. Pues la ha encontrado.

Y ya que he hablado de los diferentes minijuegos, será mejor que hable sobre el apartado técnico.
¿Qué diferencia hay entre SMPG y el original? Lo primero de todo, obviamente, son los gráficos. El juego soporta unos gráficos SVGA a 256 colores, a diferencia de los EGA y CGA del original. Esto hace que sea más cómodo y bello a nuestros ojos. Los retratos de los personajes, por ejemplo, aparecen realizados con un estilo que recuerda a las pinturas de la época. Esta mejora gráfica ha permitido mejorar la presentación de los menús. Ahí tienes el camarote del capitán, cuyos elementos te permiten acceder a diversos menús de forma rápida, a diferencia del árido menú del original.
También los controles han cambiado. Ahora puedes usar el ratón. Sin embargo, este dispositivo tiene sus pros y sus contras. Es ideal para navegar rápidamente por los menús, mucho mejor que el tener que usar el teclado del original. Por contra, es horrible a la hora de usarlo como control de juego. Intenta navegar con él y desatarás el infierno en la Tierra.
El sonido también ha mejorado aunque con matices. La banda sonora es una maravilla, con temas tradicionales como el famosísimo What we can do with a drunken sailor?, algunas composiciones de Johann Sebastian Bach (que aparece en los títulos de crédito como un compositor más) y otras compuestas para la ocasión por Jeffery L. Briggs. No obstante, hay un pequeño pero. Dependiendo de la tarjeta de sonido que uses, las canciones sufren de un descontrol de volumen bastante acuciante, con subidas repentinas molestas en ocasiones. En cuanto a los efectos especiales, estos siguen usando la misma tarjeta de sonido que para la música, por lo que en algunas de ellas suenan bastante crípticos (la Roland MT-2 ofrece la mejor calidad para la música pero los sonidos suenan como unos extraños gongs). No puedo decir lo mismo de los diálogos digitales, pocos pero muy bien elaborados (sí, tienen el clásico ¡Arrrrrrrrh! pirata).
También han desaparecido algunas cosas del original, como la antigua protección antipiratería basada en saber cuándo zarpa la flota del tesoro y el tener que medir la distancia entre el sol y el horizonte para saber en qué parte del Caribe te encontrabas, sustituida ahora por un mapa interactivo bastante majo.

Esta banda sonora es un tesoro para los oídos. Fuente

Y hasta aquí todo lo que tenía que decir sobre SMPG.
Ahora, coge a tu tripulación y leva anclas. ¡La gloria te espera!

¡Arrrrrrrh!

Imágenes del juego provenientes de Mobygames.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario