viernes, 19 de enero de 2018

Splatterhouse: Sangre, sudor y vísceras.


Este año estamos de aniversario.
Hace 30 años Namco (por aquel entonces todavía se llamaba Namcot) se sacó de la manga el beat'em up más sádico, terrorífico, inquietante y gore que ha conocido el ser humano: Splatterhouse. Más de uno se hizo sus necesidades encima al echar una moneda en la máquina para conocer la historia de Rick Taylor y su descenso al infierno de la mansión West. En la actualidad, no parece dar tanto miedo pero sin duda fue un exitazo, convirtiéndose en un juego de culto. Sus dos secuelas, un spin-off infantiloide (con una versión chibi de los personajes) y un remake que cambia un poco la historia (es el único juego de toda la saga donde podemos ver en carne y hueso al pérfido Dr. West) lo atestiguan.

Splatterhouse es un homenaje a las pelis de terror gore de los 70 y 80 tales como Viernes 13, Evil Dead o Hellraiser. Ya sabes, donde los personajes mueren de formas grotescas, salpicando la pantalla de ingentes cantidades de sangre y vísceras. Su historia y su temática no dejan lugar a dudas.
Te presento a Rick Taylor, un chaval que, como todo adolescente normal que se precie, va a un aburrido instituto. Por suerte, ahí está Jennifer Willis para alegrarle el día. Jennifer es el amor de su vida. Van juntos a la misma clase y los dos se quieren hasta la muerte. Un día, el profesor de ciencias le pide a sus alumnos que hagan un trabajo por parejas. Por supuesto, Rick y Jennifer van juntos en esto. No obstante, ¿de qué lo pueden hacer? No hay problema. Resulta que en la misma localidad donde viven habita un científico apellidado West (¡Fans de Lovecraft! El apellido de nuestro villano no es ninguna casualidad: en un principio, iba a ser el mismísimo Herbert West pero por problemas de licencias, Namco solo pudo usar el patronímico). Este genio de la ciencia basó todo su trabajo en la parapsicología, obsesionado con descubrir que hay detrás de la muerte. Tal vez el profesor de nuestros protagonistas tendría que haberles dicho que dicha rama del conocimiento es pseudociencia pero, bueno, los docentes también cometen errores. No obstante, sí que Rick y Jennifer conocen una historia relacionada con la mansión donde vive nuestro peculiar científico. Esta está en mitad de un bosque y la gente cuenta que de día, si pasas por al lado de ella, puedes ver unas grotescas figuras detrás de las ventanas. Peor es cuando cae la noche, pues aseguran escuchar unos horribles gritos procedentes de su interior. A ello no ayuda que hace tiempo nadie le ve el pelo a West. Lo peor es que todo aquel que ha sentido curiosidad por ver qué ocurre en el interior de dicha mansión nunca ha vuelto a ser visto, de ahí que los lugareños la apoden El Matadero (The Splatterhouse). Pero nuestros protagonistas son adolescentes y eso de pasarse por el arco del triunfo cualquier advertencia de sus mayores es un deporte que practican todos los días. Deciden hacerle una visita al Dr. West para que les explique sus teorías científicas. Rick y Jennifer se adentran en el interior de la casa y...

Gran error, chicos. Gran error.

¡Horror! Son atacados por un ejército de abominaciones que secuestran a Jennifer y dejan herido de muerte a Rick. Mientras la voz del amor de su vida se pierde en las inmensidades de la mansión maldita, Rick comienza a escuchar otra. Esta procede de una de las polvorientas reliquias que West guarda en el vestíbulo de su hogar: una máscara ceremonial azteca. La Máscara del Terror (Máscara de la Muerte en algunas versiones), como se hace llamar, apremia a Rick a ponérsela, pues es la única forma de salvar a Jennifer de aquella pesadilla. El joven le hace caso, a pesar de saber que no es muy buena idea ponerse encima reliquias parlantes de una antigua civilización. Moribundo, se coloca la máscara en su cara. Una fuerza sobrehumana le invade. Sus heridas cicatrizan en cuestión de segundos y Rick se convierte en una máquina de matar hipermusculada (un dato curioso es que Rick tiene un cierto parecido con Jason Voorhes con la máscara puesta). Al parecer, y según cuenta la máscara, West hizo un pacto con las fuerzas de la oscuridad para conseguir los conocimientos prohibidos con los que seguir sus investigaciones, mezclando ciencia con artes arcanas prohibidas al común de los mortales. Sin embargo, su experimento se le fue de las manos. Ahora, la mansión West es un ente vivo que secuestra a todo aquel que accede a su interior para usarlo como alimento y aumentar el tamaño de su ejército de criaturas deformes. No hay tiempo que perder. Rick debe ponerse en marcha y dar con el paradero de Jennifer. El tiempo corre...

 La máscara será nuestra compañera de aventuras a partir de ahora.

Splatterhouse es un beat'em up al uso.
Rick se mueve hacia adelante y atrás en un scroll horizontal. Cada estancia de la mansión cuenta con un jefe final al que debemos derrotar hasta que encontremos a Jennifer. Rick no solo puede abrirse paso entre las creaciones del Dr. West a base de puñetazos y patadas. Cuenta también con un arsenal que se encuentra desperdigado por la mansión formado por cuchillos, hachas, tablones y una escopeta que volatiliza a cualquier engendro que se le ponga en su camino. Nuestro protagonista tiene un tiempo límite para poder llegar al final del nivel, algo común en muchos juegos de este estilo. Sin embargo, si tardas bastante en avanzar, una ominosa niebla aparecerá detrás de ti para intentar asfixiarte, así que lo mejor es moverte ya. No obstante, un punto negativo del juego es que las animaciones de los personajes son algo toscas e irreales. Mira si no a Rick saltando. Parece que le duela la barriga. Además, a diferencia de otros beat'em up, Rick no puede realizar combos. El combate sin armas es simplemente dar puñetazos y patadas sin ningún otro aliciente que matar a las criaturas que tienes delante.
 
 ¡Splorch!

El plantel de enemigos es la cosa más retorcida y terrorífica a la que te enfrentarás en cualquier juego. Dentro del ejército de criaturas que habitan la casa te encontrarás con cadáveres vivientes decapitados, mutantes con hidrocefalia, fetos vivos a medio hacer reptando por el suelo, espíritus, parásitos, gusanos antropófagos y demás realea que parece sacada de la mente de Clive Barker. Los jefes tampoco tienen nada que desdeñar. Ahí tienes a un engendro de dos metros con motosierras por manos, una habitación poseída por un poltergeist (homenaje a la película del mismo nombre y con una mecánica de combate muy original consistente en lanzarte objetos para herirte) o el mismísimo corazón que mantiene viva a la casa. El jefe final, un gigantesco ser proveniente del fondo de la tierra del jardín cuya piel se derrite delante de tus ojos, es el colofón a todo este festival de horrores andantes. Existe una teoría de los fans que dice que este ser es nada más y nada menos que el propio West después de sufrir en sus propias carnes la ira del ente con el que pactó, dado que nuestro denostado científico loco no aparece por ningún rincón de su maldito hogar.
No solo te enfrentarás a las abominaciones que habitan la casa. En algunos lugares te esperan trampas mortales tales como afilados pinchos que salen del suelo, agujeros que dan a parar a un abismo insondable, troncos rodantes en llamas o unos espejos mágicos que darán vida a tu reflejo para que te mate.


Si se te revuelve el estómago al ver esa cosa, es que eres humano.

Pese a alguno de sus errores, Splatterhouse fue pionero en muchas cosas.
La más evidente es el uso de la violencia. Splatterhouse fue el primer videojuego que se ganó con creces el que apareciera antes del título (que simulaba estar escrito con sangre, como puedes ver en la imagen que hay al principio de este post) una advertencia a todos los padres que pensaban que aquel juego era lo mejor a lo que podían jugar sus impresionables hijos. Mientras que en otros beat'em up si acuchillabas o acribillabas a un enemigo este simplemente caía de espaldas, en Splatterhouse saltan sangre, vísceras y carne. Rick puede amputar, cercenar, destripar y reventar a los engendros del Dr. West con todo lujo de detalles. Esta cantidad de gore no solo está presente en la forma de combatir de nuestro protagonista. Los escenarios son todo un canto de amor a la casquería. Podrás ver restos de cadáveres en estado de descomposición tirados por los pasillos de la casa, cuerpos mutilados ahorcados en los árboles del jardín o a aquellos visitantes inoportunos que cometieron el error de entrar en la mansión siendo torturados o despedazados todavía vivos. Un ejemplo: uno de los detalles más escabrosos lo encontrarás en el sótano/mazmorra de la casa, donde podrás ver a una chica encerrada en una jaula pidiendo ayuda. La carne de varias partes de su cuerpo ha sido arrancada de cuajo, dejando a simple vista huesos y órganos. ¡Iiiiih!

Deberían limpiar la casa más a menudo.

Splatterhouse también revolucionó el mundo de los beat'em ups por su historia. Mientras que en el resto del género la trama era inexistente o solo era una excusa para aporrear a todo lo que se moviera, en Splatterhouse existe una bastante profunda más allá del festival de vísceras que se nos muestra a simple vista. No quiero desvelarte mucho pero he de decir que hay un giro de guión que hace que tu cabeza estalle y hará que te replantees la naturaleza del origen de los engendros de West.
Su banda sonora sigue siendo recordada como una de las más terroríficas jamás compuesta. Los temas son lúgubres, siniestros y tienen un toque enfermizo que casa con los decrépitos aposentos que visitarás en tu viaje al interior de la mansión West. Más que eso, es un billete de primera clase hacia el estrés mental y la locura por la que Rick debe pasar para encontrar a Jennifer.

 ¿Aprecias mucho tu salud mental? Fuente

¿Todavía sigues queriendo adentrarte en la mansión West? No le pongo ningún tipo de objeción a tu idea. Pasa, pasa... Si te atreves...

¡No dejes de jugar!

Imágenes del juego provenientes de Mobygames.com

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