viernes, 27 de abril de 2018

Knights of the Round: En busca del Santo Grial.


La leyenda del rey Arturo forma parte de nuestra cultura. Al menos, en Occidente. Este fantástico monarca británico es considerado como el paradigma del honor y la valentía, pilares fundamentales de la caballería medieval. Se cree que Arturo está inspirado en Artorius, oficial britanorromano que comandaba un ala de caballería auxiliar sármata y que era conocido por su valor en combate. Desde aquel borroso testimonio, la leyenda del “primer” rey de los britanos hizo que corrieran ríos de tinta. Muchos son los autores que lo han hecho protagonista de sus novelas, tales como Chrétien de Troyes, Sir Thomas Malory o el mismísimo Tolkien. Nadie puede escapar a su carisma y, como ya me conocéis, yo menos.
Arturo pasó de la literatura caballeresca al mundo de la cultura popular. Series, películas, cómics y videojuegos hablan de las hazañas del más justo de los reyes, incluso dando su propia visión de esta leyenda o reinventándola del todo. Claro, esto es un blog sobre juegos viejunos y, como no podía ser de otra manera, hablaré de un juego en el que Arturo es protagonista. Y ese juego es Knights of the Round.

Corría el año 1991.
Capcom era la soberana de los salones recreativos. En el género que más destacaba era en el de los beat'em ups o, como los conocemos en nuestra piel de toro, “yo contra el barrio”. Al parecer, a alguien en la compañía japonesa le gustaba la historia de los caballeros de la Tabla Redonda, así que decidió que estaría muy pero que muy bien crear uno de estos juegos ambientados en la Edad de Oro del reino de Logres (recordad: Camelot es el castillo. Logres el reino que gobernaba Arturo en un principio). Así fue como salió al mercado Knights of the Round (KotR, a partir de ahora), que también tuvo un port bastante aceptable a SNES.

La historia del juego difiere un poco de la leyenda original.
Tras sacar la espada de la piedra que le confería el derecho de ser el descendiente de Uther Pendragon y, por tanto, rey de Inglaterra (en el juego, la espada que saca Arturo es directamente Excalibur cuando en la literatura artúrica es la espada de Uther. Excalibur será un regalo de la Dama del Lago por intercesión de Merlín después de que Arturo rompiera la de su padre en combate). Sin embargo, y en esto sí que se basa en los relatos, los nobles ingleses no están de acuerdo con poner en el trono a un bastardo (Arturo era hijo de una relación adúltera entre Uther y lady Ygraine, esposa del duque de Tintagel). Así que se desata una guerra civil entre barones partidarios de Arturo y sus detractores. Para devolver la paz a Britania, Merlín (que en el juego luce igual que el Merlín de la épica película Excalibur, con cofia de metal y todo) le dice a Arturo que la única forma de que los nobles dejen de darse espadazos en la cabeza es recuperar el cáliz que Cristo utilizó en la Última Cena (aquí sí difiere bastante de la historia original). Así, Arturo se pondrá manos a la obra para encontrar tan preciada reliquia y, por fin, ser coronado rey de todos los britanos.

 La Copa Davis, según Filemón Pi.

Arturo no está solo en su épica búsqueda del Grial. Le acompañan dos de sus más fieles caballeros: Percival y Lancelot. Esta es una de las primeras opciones a los que los jugadores se enfrentarán en KotR. Cada uno de los tres personajes es diametralmente diferente de los demás. Arturo es el más equilibrado de los tres, mostrando tanto agilidad como fuerza a la hora de combatir. Percival es el bestia del grupo aunque es más lento que el caballo del malo. Por su parte, Lancelot es bastante flojeras pero lo compensa con una velocidad en ataque mortal.
Tras elegir a sus personajes, los jugadores entrarán de lleno en la épica artúrica según Capcom.
KotR no se aleja demasiado la fórmula universal de los beat'em up. Mueves a tu personaje por el escenario en scroll horizontal mientras te lías a mandoblazos con cualquier cosa que intente impedirte conseguir tu objetivo. Es más, Capcom todavía no había implementado un sistema para que los personajes del juego pudieran correr para ir más rápido por el escenario y utilizar esa velocidad para asestarle un buen corte a sus enemigos. Lo único parecido a ello es el power up que te permite llamar a tu fiel corcel para cargar contra el enemigo. No obstante, el control del caballo es bastante lento y torpe, con lo que es mejor enfrentarte cara a cara con tus adversarios con los pies en el suelo.

 Nuestros tres protagonistas posando para la ocasión.

Lo que hace único a KotR, a parte de su ambientación, es una serie de elementos que dan al juego otro aire.
El primero de ellos es la posibilidad de bloquear los ataques de tus enemigos. Sí, eso era una novedad muy palpable. En otros beat'em up, te tenías que comer las galletas que te mandaban con resignación. En KotR, con solo pulsar un botón, puedes dejar a tus enemigos con tres pares de narices al ver como su ataque no surte efecto.
El segundo es algo que tiene que ver bastante con una de las virtudes de la caballería: la largueza. Esto no quiere decir que un caballero sea virtuoso por medir dos metros. La largueza hace mención a la generosidad de un caballero con sus compañeros y sus vasallos a la hora de repartir bienes y riquezas. En KotR esto se traduce en que cuando te encuentres un tesoro o una porción de comida bastante grande, puedes dividirla en pequeñas partes para que tus compañeros de aventuras puedan conseguir puntos o rellenar su barra de vida.
El tercero, y el más importante, es que los puntos que ganas al recoger tesoros y matar a las huestes del mal se convierten en experiencia que permite a tu personaje subir de nivel como si de un juego de rol se tratase. Cuando pasas de nivel, tu personaje mejora en cuestiones tales como ataque, defensa y salud. Esto se hace patente a nivel visual, pues el sprite de los personajes cambia conforme alcanzan niveles más altos. Por ejemplo, Arturo comienza vestido como un simple escudero con una cota de mallas y termina con una armadura de placas completa.

 ¡Corre como el viento, Perdigón!

La IA es la típica de un beat'em up de principios de los 90. Los enemigos vienen de ambos extremos de la pantalla y se agolpan para darte una paliza de campeonato. La mecánica de bloqueo es inexistente en ellos, salvo en alguno de los jefes que nos encontraremos al final de cada pista. Eso sí, al igual que en otros títulos como Golden Axe, estos sí saben robarte tu montura en cuanto te tiran de ella para aprovechar la ventaja de la caballería sobre la infantería.
Hablando de los jefes, estos son bastante variados y cada uno de ellos te exige pensar con la cabeza en lugar de estar dando espadazos al aire a diestro y siniestro. Algunos ejemplos son Scorn, un caballero que utiliza una alabarda para atacarte de lejos; Bradford, que utiliza dos espadas para bloquear tus golpes; Balbars, un gigantesco mostrenco equipado con un martillo acorde a su tamaño y que resiste tus golpes con toda estoicidad; o Shadow, un rápido espadachín que tiene la habilidad de crear sombras de sí mismo para despistarte y lanzarte una lluvia de cuchillos.

 Melé: descripción gráfica.

En cuanto a los gráficos, más que sobresaliente. Es increíble que un juego de recreativas de 1991 cuente con sprites y fondos tan preciosistas como los de KotR. Los personajes están magistralmente animados, además de los fondos. La batalla que puedes encontrar al fondo a la mitad de la fase titulada Confused Fight es espectacular. El equipo de diseño de Capcom se basó en la Europa de los siglos XIV y XV para los diseños del juego, lo que se puede ver en las armas, armaduras, vestimentas y edificaciones que tendrás el gozo de contemplar durante tu periplo por la Britania artúrica. Solo hay un pequeño tirón de orejas. Tal vez sea solamente cosa mía pero la parte del juego que más odiaba era Knights in a Strange Land. En esta zona, Arturo y sus caballeros se ven transportados a través de una cueva mágica al Japón feudal donde deben luchar contra un samurái. Ya sé que este juego es una reinterpretación de la materia de Britania (que era como los intelectuales de la época llamaban a la literatura artúrica) pero es que incluso en un juego como este, donde tampoco te explican mucho de la historia (solamente es encontrar el Grial y ya está), esta fase está bastante metida con calzador. Resulta incluso ridículo ver a Arturo luchar contra un tipo armado con una katana y bombas de humo (¿qué hace un samurái con bombas de humo?).

 Los barones tienen un estilo de vida tan decadente 
que pueden permitirse el lujo de tener tigres entre sus huestes.

Después de esta pequeña rabieta, paso al apartado sonoro, porque aquí KotR es donde luce en todo su esplendor. El sonido es genial. Solo tenéis que escuchar el sonido del entrechocar del metal de las armaduras del enemigo al ser abolladas por nuestras armas o los gritos del gentío en mitad de una batalla. Pero, sin ninguna duda, la banda sonora se lleva todos mis aplausos. Se nota que Isao Abe se lo pasó bomba componiéndola. Está formada por temas de gran calidad que mezclan estilos tan dispares como rock y música medieval, todo ello acompañado por un órgano de iglesia que le da a las canciones una epicidad sin igual, cortesía del legendario chipset de sonido CPS1 de Capcom.

¿Preparado para una épica aventura? Fuente

Y hasta aquí el análisis de hoy.
Ahora, es el momento de encontrar el Grial y demostrar a esos malditos barones quién es el auténtico rey de Inglaterra por derecho de nacimiento.

Imágenes del juego extraídas de Mobygames.com

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