Supongo que si os digo que soy
Licenciado en Historia no os habré contado nada nuevo.
Si os digo que soy especialista en
Historia Antigua y, más concretamente, en todo lo relacionado con
cierta ciudad eterna situada al oeste de la región del Lazio,
tampoco os llevaréis una gran sorpresa.
Sin embargo, hay algo que he visto
curioso tanto en mí como en mis colegas de profesión. Todos,
absolutamente todos, tenemos algo que llamo nuestra Edad Friki. Es
ese período de la Historia que siempre te ha gustado incluso de
pequeño, cuando no tenías ni idea de que ibas a estudiar esa
carrera que muchos dicen no sirve para nada (¡mentecatos!). La Edad
Friki tiene como base que te hace más ilusión estudiarla por tu
cuenta que en la universidad aunque luego escojas las optativas
referentes a dicha época.
Mi Era Friki es la Edad Media y no sé
la razón. Supongo que cuando era pequeño me fascinaban las
historias de caballeros en brillante armadura que vencían a las
fuerzas del mal a lomos de su caballo. Mucha gente opina que el
Medioevo es oscuro y siniestro, sin ningún tipo de interés. Al
contrario, la Edad Media es una época fascinante. En ella
encontramos cosas como la fundación de las primeras universidades,
las primeras entidades unitarias económicas como la Liga Hanseática
o inventos que cambiaron la Historia como el arado de vertedera o la
imprenta. Que sí, que también había cosas horribles como las
cruzadas y la Peste Negra pero como en todas las épocas. ¿Acaso el
concepto de guerra santa no se inventó en la Antigüedad (Antíoco
IV Epífanes tiene la culpa. Viaja atrás en el tiempo y pégale)?
¿Acaso no habían epidemias en la Edad Moderna?
¡Joder! Es una época donde Yoda aparece ilustrando un texto.
¿Cómo no va a molar? Fuente
¿Cómo no va a molar? Fuente
Si hablamos de videojuegos,
probablemente la Edad Media sea el período histórico que más
juegos ha generado, seguido de la Segunda Guerra Mundial (¿te
acuerdas de aquel año en que a las grandes compañías les dio por
sacar FPS y RTS ambientados en este conflicto un día sí y otro
también?) y la Edad Moderna. Muchos juegos han intentado, con
acierto o no, representar este período crucial para la Historia de
la Humanidad. Hoy voy a hablar del que para muchos es el juego que
mejor ha mostrado en píxeles lo bello del Medioevo: Stronghold.
El Lobo te odia y lo sabes.
Los creadores de Stronghold son los
chicos de Firefly Studios, compañía británica formada por antiguos
miembros de la desaparecida Impressions. Todos conocemos la obra de
Impressions. Entre los muchos títulos que publicaron uno de ellos
era Lords of the Realm, un divertido juego en el que encarnábamos a
un señor feudal que buscaba hacerse con el trono en la convulsionada
Inglaterra del siglo XIII. El juego, que combinaba la administración
de nuestro feudo por turnos con combates en tiempo real, fue alabado
por crítica y público y sin él no tendríamos cosas como la saga
Total War. Pues bien, partiendo de esta idea, Firefly decidió
retomar la gestión de un feudo combinada con el despliegue de
grandes ejércitos en el campo de batalla, dando a luz en 2001 al
considerado como mejor simulador de castillos de la Historia. Sin
embargo, sus desarrolladores añadieron otras mecánicas como un
sistema económico inspirado en los de los juegos de la escuela
alemana de la estrategia como The Settlers y todo ello en tiempo
real. ¿Merece la pena? Ya lo creo que sí.
En Stronghold, encarnamos a un joven
señor feudal.
Existen dos campañas diferentes, más
los mapas del modo libre.
La primera campaña es la de conquista
y está centrada en el apartado militar. En ella, el rey se ha
marchado una temporada al extranjero para partir algunos cráneos
(esto me hace sospechar que el monarca del juego es Ricardo I de
Inglaterra). Esto es aprovechado por cuatro barones conocidos bajo
los pintorescos apodos de el Lobo, la Rata, la Serpiente y el Cerdo,
que deciden levantarse contra el gobierno de su majestad y se
reparten los diferentes condados que conforman nuestra nación para
gobernarlos a su antojo. Su gobierno despótico hace que se te hinche
la vena del cuello y decides que es hora de salvar a los campesinos
de semejantes gobernantes. A ello se añade que tu padre, uno de los
barones leales al rey, es asesinado por las tropas de la Serpiente.
La segunda es la campaña económica.
Tras vencer a las huestes del Lobo y sus compinches, el rey ha vuelto
al trono y te encarga que supervises la reconstrucción del reino.
Para ello, deberás llevar a cabo diferentes misiones centradas en
construir aldeas y proveer al rey y a sus súbditos de los materiales
y alimentos necesarios para que sus vidas vuelvan a la normalidad.
La Rata haciendo lo mejor que se le da hacer: suplicar clemencia. Fuente
Una partida normal de Stronghold
comienza colocando tu torre del homenaje, el primer almacén donde
se... bueno... almacenan las materias primas y materiales de
construcción; y el primer granero que, como habrás deducido, es
donde van a parar los alimentos que produces.
Cuando hayas hecho esto, a tu feudo
comenzarán a llegar campesinos, que se quedarán alrededor de la
hoguera que hay enfrente de la puerta de tu bastión a la espera de
algún trabajillo que hacer. A partir de ahí, comienzas a construir
los diferentes edificios económicos para proveerte de alimentos y
materiales: granjas, carpinterías, panaderías, molinos, herrerías,
etc. Con el paso del tiempo, podrás reforzar tus defensas
construyendo murallas y diferentes dispositivos defensivos para
protegerte de algún posible ataque enemigo, tales como murallas,
almenas, torres, trampas, fosos, etc.
Debes mantener a tus campesinos
contentos si no quieres que abandonen tu castillo. Para ello, puedes
elegir el tamaño de las raciones de comida que proporcionas. A mayor
proporción, mayor será su felicidad aunque tus graneros se vaciarán
más rápido. También puedes reducirlas pero esto solo deberías
hacerlo en momentos de necesidad porque a los campesinos no les hace
mucha gracia que solo tengan un chusco de pan para desayunar, comer y
cenar. Además, ofrecer diferentes tipos de alimentos también ayuda
a aumentar la felicidad. Los impuestos también afectan a dicha
felicidad. Impuestos altos significa más dinero pero tus campesinos
se cabrearán bastante. Debes equilibrar el factor de felicidad para
que tu feudo vaya viento en popa o, de lo contrario, tus siervos se
marcharán y te quedarás a dos velas. El reparto de cerveza por
medio de la construcción de destilerías y tabernas, la religión en
la forma de sacerdotes que bendicen a la población, la medicina
proporcionada por un físico y los elementos decorativos también
ayudan a ello. Es en este último tipo de construcciones donde entra
en juego el llamado Factor Miedo. Tienes dos elementos decorativos
encuadrados en dos categorías que influyen en este factor:
entretenimiento y castigo. Los primeros, tales como jardines o
altares, hacen que tus campesinos estén más contentos pero
dispondrán de más tiempo de descanso y, por lo tanto, puede que tu
economía se resienta. Un campesino ocioso podría estar forjando
espadas en ese momento. Los segundos, entre los que se encuentran
cosas tan bellas como mazmorras o patíbulos, hacen que tus
campesinos trabajen más deprisa pero no les hace ninguna gracia que
cuelgues los cadáveres de aquellos que decidieron no hacerte caso
alrededor del mercado. Debes saber también que el juego posee
ciertos acontecimientos aleatorios que pueden llevar al traste tu
política de pollo asado y juglares. Una epidemia o la superpoblación
de conejos son una amenaza peor que un ariete a las puertas de tu
castillo (ríete si quieres pero esas bolas peludas pueden arrasar
tus cultivos en un abrir y cerrar de ojos). Un detalle curioso es que
si visualizas el menú de felicidad, aparecerá tu nombre con una
serie de apodos que denotan cómo te ven tus siervos y el resto del
mundo.
Tus campesinos son también la base de
tu ejército. Cuando dispongas de armas y de dinero suficiente,
podrás equiparlos como alguna de las diferentes clases de unidades
de las que dispone el juego. También puedes darles conocimientos
para que sean ingenieros de asedio y construir poderosa maquinaria
que acabará en un pis pas con las murallas de tu enemigo.
Dependiendo de la misión, existen
diferentes objetivos de victoria, tales como recolectar una cantidad
de recursos o aguantar durante un tiempo un asedio, pero lo normal en
el modo combate es liquidar al señor enemigo. Existen también otros
objetivos más originales y divertidos como gobernar tu feudo como un
auténtico tirano sin corazón evitando perder a tus siervos.
¡Ay, qué bonico el castillico! Fuente
Y tras esta breve descripción, el
análisis.
Stronghold tiene varios puntos
positivos que, a día de hoy, lo siguen convirtiendo en un juego
único. Para empezar, la mezcla entre RTS y Godgame está hecha a la
perfección. Las dos caras del juego no se contradicen ni se
interponen la una a la otra. Puedes crear las cadenas de producción
fácilmente y sin una tediosa microgestión y, al mismo tiempo,
liderar a tus tropas en la batalla sin volverte completamente loco.
La construcción del castillo es fácil
e intuitiva. Con solo pulsar un botón y arrastrar el ratón puedes
darle forma a las murallas. El juego viene con diferentes opciones a
la hora de crear tu bastión y eso se agradece. Puedes colocar
almenas en tus murallas, decidir si quieres torres redondas (más
resistentes) o cuadradas (más baratas), colocar braseros para que
tus arqueros puedan disparar flechas incendiarias, rodear las
murallas con un foso o prepararle al enemigo una desagradable
sorpresa con un pozo de brea. Las posibilidades son infinitas y lo
que construyes se adapta perfectamente al terreno. Además, tienes
una herramienta que hace que veas los cimientos del castillo,
ayudándote a la hora de evitar huecos en tus muros.
Las unidades son variadas y todas
tienen su razón de ser. No se basan en el clásico
piedra-papel-tijera sino que tienen sus pros y sus contras. Por
ejemplo, los lanceros son la unidad más barata del juego pero poseen
poca armadura y no son rivales para un caballero. Sin embargo, un
gran número de estos guerreros pueden desarzonar a un noble montado
a caballo en cuestión de segundos.
Mención a parte para las armas de
asedio. Esto es un juego de construir castillos y sería lamentable
que los asedios fueran lanzarse un par de piedras a la cabeza y ya
está. Puedes construir una gran variedad de esta clase de
mecanismos, tanto de ataque como de defensa. Además, puedes usar
zapadores para rellenar los fosos, escalas para trepar a las murallas
o minas para debilitar sus cimientos. En resumen, el combate no es un
mandar a tus unidades a lo bestia hacia la muerte sino que tienes que
planificar bien tus ataques.
Existe otro factor positivo del juego
debido, más que nada, a su ambientación. Es algo que ensalzó la
legendaria revista Gamelive PC (¡que Odín le tenga un buen lugar
reservado en los salones del Valhalla!) y en lo que estoy muy de
acuerdo. Verás, en la época en la que salió el juego, si buscabas
un RTS de estética medieval, te llevabas las manos a la cabeza
porque el mercado estaba atestado de esta clase de juegos pero con un
componente fantástico. Ya sabes, lo que digo siempre, el enésimo
ripio de Tolkien. Sin embargo, Stronghold demostró que se puede
hacer un juego divertido ambientado en la Edad Media europea sin
necesidad de enanos, señores oscuros y anillos de fuerza +10. Es
esta forma de desmarcarse de las modas de la época lo que hizo que
tuviera un lugar reservado en nuestros corazones.
Las IA está muy bien trabajada.
Basándose en como funcionaban los señores de Lords of the Realm,
Firefly ha hecho que cada noble al que te enfrentas actúe como su
personalidad lo dicta. La Rata es un cobarde redomado y construirá
grandes defensas para que no le toques ni un pelo. La Serpiente es
astuto y maquiavélico y llenará su castillo de trampas, además de
ser aficionado a las emboscadas. El Cerdo piensa que la fuerza bruta
es lo mejor que ha inventado la humanidad tras el fuego (también
opina que el fuego es un gran invento porque se pueden quemar las
chozas de los campesinos con él), por lo que lanzará ataques a gran
escala con las unidades más potentes que tenga a su disposición. El
Lobo es más reflexivo y no cometerá los mismos errores que sus
amigos de armas.
La inclusión de dos tipos de campañas
es un gran acierto. Si no te gusta el combate, puedes jugar a la
campaña económica o a los mapas de construcción de castillos. En
cambio, si te gusta ver la sangre de tus enemigos correr bajo tus
pies, puedes optar por la campaña militar o por el modo de asedio al
castillo.
Los gráficos tienen sus pros y sus
contras. El motor de juego en dos dimensiones muestra con todo lujo
de detalle y en una gloriosa perspectiva isométrica todo lo que
ocurre en tu castillo. Las unidades están muy bien animadas, así
como los efectos de golpes y piedras volando cuando un castillo es
víctima de un asedio. ¡Incluso puedes ver cómo trabajan tus
campesinos en el interior de los edificios! La balística en el juego
es brutal y se tienen en cuenta diferentes factores a la hora de
saber si un proyectil impacta o no. Y un gran aplauso para los
pequeños vídeos que acompañan a la selección de edificios o a los
mensajes que llegan a tu castillo. Los de los señores rivales son
especialmente soberbios, pues en función de cómo te vayan las cosas
reaccionarán de una manera u otra. Mis favoritos son los de la Rata,
demostrando su cobardía en cada uno de ellos, incluso cuando te
amenaza con hacerte pedacitos. Los contras los veremos en la sección
de puntos negativos del juego.
El sonido es una maravilla. No es solo
por el sonido ambiente, es que las voces de las unidades son para
quitarse el sombrero. Tienen una gran personalidad y no te cansas de
escucharlas. Y no digamos los diálogos de los campesinos. Estos
cambian en función de cómo los tratas, lo que es un detalle genial.
Hablemos de la música. El compositor
de la banda sonora no es otro que Robert Euvino, que ya trabajó en
otros juegos de Impressions tales como Caesar o Faraón. Los temas
que suenan de fondo son muy medievales. No lo digo porque intenten
copiar el estilo de música de la época: es que están tocados con
instrumentos medievales. Laudes, flautas, arpas, violas,
mandolinas... La música crea una atmósfera única que solo he
vivido jugando a este juego. Realmente te sientes estar en el
Medioevo, no como otros juegos que usan música de corte épico
hollywoodiense, que está muy bien pero no consiguen meterte de lleno
en el mundo que la acompaña.
Escoge a tu doncella y a bailar. Fuente
Ahora, los contras.
Ya he dicho que el motor gráfico es
una pasada pero tiene algunos problemas relacionados con pequeños
glitches por la forma en la que representa las distintas nivelaciones
del terreno. Ver como las patas de las monturas de tus caballeros se
hunden en la tierra y se mueven como si estuvieran levitando da algo
de yuyu. Además, puedes ser testigo de como los campesinos y algunas
unidades se atraviesan las unas a las otras como si estuvieran hechas
de aire. Tal vez sean vampiros.
El sistema de seguimiento de rutas de
las unidades militares funciona a la perfección siempre y cuando las
envíes en grupos reducidos. En el caso de grandes contingentes de
tropas, estas tienden a tropezarse entre ellas o a dar grandes
rodeos, con lo que es posible que una catapulta o un arquero llegue
al campo de batalla tarde y mal.
En la campaña militar, algunas de las
misiones son bastante complicadas. Muy, muy complicadas. Podría
decirse que casi imposibles. Algunos de los asedios son básicamente
irrealizables si no te lo tomas con mucha calma. De hecho, hay
misiones que pueden durar una eternidad.
Una cosa que hecho en falta en el
juego, y que su secuela ambientada en las cruzadas resolvió, es la
falta de un modo escaramuza donde puedas elegir tus oponentes de la
IA. Tienes los mapas sueltos pero estos son solo misiones que siguen
un guión creado por su autor.
La verdad es que los paisajes son bellísimos
pero tus ojos tendrán que acostumbrarse a la forma de las piedras. Fuente
pero tus ojos tendrán que acostumbrarse a la forma de las piedras. Fuente
Por lo demás, Stronghold sigue siendo
y probablemente será el mejor simulador de castillos del mercado. Si
te interesa, puedes pillarlo en GOG o en Steam a un precio de risa
(al final tendrán que darme pasta por publicitarlos). ¡Y en su edición en Alta Definición! (Si tienes el original como yo, puedes bajarte el parche para pasarlo a HD de la página web oficial del juego completamente gratis). Construye tu
castillo bien, pues de ello depende el futuro del reino.
¡No dejes de jugar!
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