Drácula.
Al pronunciar ese nombre, más de uno
habrá comenzado a temblar de terror. Otros, simplemente, habrán
corrido gritando buscando una estaca. Y solo unos pocos estarán
riéndose de mí porque pensaba que comenzar este post con el nombre
del Príncipe de las Tinieblas haría que te asustaras. ¡Iluso de
mí!
No obstante, la figura del vampírico
aristócrata de origen rumano (no en vano, Drácula está inspirado
en la figura de Vlad III de Valaquia, conocido por todos por el
simpático sobrenombre de El Empalador) ha alimentado la imaginación
de cientos de personas durante generaciones. Poco pensaba Bram Stoker
cuando publicó su novela en 1897 la repercusión que tendría en la
producción cultural futura. Basándose en la historia del que en la
actualidad es el héroe nacional de Rumanía y en el folclore
relacionado con los chupasangres, Stoker forjó a un villano
carismático y siniestro a partes iguales, creando una historia que
me pone los pelos de punta cada vez que la leo. Bueno, quizás haya
exagerado pero la oscuridad inherente de Drácula hace que más de
uno se niegue en rotundo a bajar a la cocina a beber un vaso de agua
a las dos de la madrugada. Una pena que Stoker no pudiera haber
publicado el final que tenía pensado desde un principio en el que
Drácula vencía a Mina Harker y a sus compañeros. Ya sabes, la
moral victoriana obligaba a que el final fuera feliz.
A partir de ahí, Drácula ha aparecido
en sin fin de adaptaciones, no solo en la famosa película de Coppola
que adaptaba la novela al cine con un soberbio Gary Oldman en el
papel del señor de los vampiros, sino también en incontables
películas de terror de serie B (las de la Hammer son las primeras
que se me vienen a la cabeza), series (¡aparece en uno de los
capítulos de Buffy Cazavampiros, por el amor de Giles!) o, incluso,
cómics.
Los videojuegos no podían quedarse
atrás a la hora de mostrar a Drácula en toda su no muerta gloria.
Sería a finales de los 80 y a principios de los 90 cuando una
compañía japonesa llamada Konami se sacara de la manga un curioso
plataformas en el que manejábamos a un cazador de vampiros que tenía
que internarse en el castillo del conde para darle muerte. Ese
cazador de vampiros se llamaba Simon Belmont y el videojuego era
Castlevania. El éxito de la propuesta de Konami fue tal que
surgieron docenas de secuelas y spin-offs a lo largo de los años.
Hoy pienso hablarte de una de estas secuelas: la que me introdujo en
esta maravillosa saga y que es mi entrega favorita de todas, a la que
pude jugar gracias a un emulador de Megadrive (lo sé, soy un
monstruo): Castlevania Bloodlines.
Solo existen dos personas en este mundo a las que les quedan bien las chorreras.
Una es John Morris. La otra, Austin Powers. Fuente
Una es John Morris. La otra, Austin Powers. Fuente
Creado en 1994 y conocido en Europa como The New Generation porque en Europa parece ser que nos da miedo la sangre, Castlevania Bloodlines es la única entrega de la saga ideada por Konami para una de las consolas de la compañía del erizo azul. Concretamente, Megadrive o Genesis, como era conocida por la tierra de la libertad. No es que sea única por eso. Se llama Bloodlines y con razón: es el único Castlevania donde la sangre brota a borbotones, a diferencia del resto. Matas a un enemigo y, en lugar de desvanecerse, cae al suelo hecho una masa sanguinolenta. Pero esa no es la única baza de este Castlevania.
Veamos su historia.
Es 1914. Elizabeth Bartley, aristócrata
vampírica y una mala traducción al inglés de Erzsebeth Bathory
(para quien no lo sepa, es la famosa Condesa Sangrienta), desea con
todo ahínco devolver a la vida a Drácula (no por ello, Vlad III era
tío abuelo de Bathory), que lleva años muerto tras su último
enfrentamiento con un miembro de la familia Belmont. Para ello,
necesita realizar un sacrificio acorde con la importancia del finado.
Bartley utiliza sus conocimientos arcanos para nublar las mentes de
los principales dirigentes europeos de la época para aumentar las
tensiones entre ellos y desatar lo que muchos conocemos hoy como
Primera Guerra Mundial. Su plan tiene éxito: las miles de almas de
los caídos en los diferentes campos de batalla del conflicto bélico
que se suponía que tenía que haber terminado para Navidad reviven a
Drácula, que comienza a extender su poder por todo el continente.
¿Quién nos salvará? Pues esta vez
los miembros de la familia Belmont no están disponibles para llevar
a cabo tan ardua tarea, así que son otros dos cazadores los
encargados de devolver a Drácula al infierno del que nunca tuvo que
salir. Estos dos héroes son John Morris, armado con el
Vampirekiller: el látigo bendito usado por los Belmont; y Eric
Lecarde, cazavampiros segoviano (aunque no lo parezca por el nombre)
armado con la Lanza de Alcarde. Juntos deberán perseguir al vampiro
y a su discípula por la Europa devastada por la guerra, visitando
lugares tan emblemáticos como el castillo Bran (una de las
posesiones del propio Vlad III en la realidad) o la Torre de Pisa.
Es que tener que lidiar con Drácula cada cien años termina cansando. Fuente
La mecánica del juego no tiene ningún
intríngulis.
Al comenzar, debemos elegir con qué
personaje queremos jugar. Cada uno de ellos posee ciertas habilidades
especiales. Por ejemplo, Eric puede usar su lanza para impulsarse y
realizar un salto de gran altura.
Tras la elección, se nos muestra un
mapa de Europa donde aparece el lugar en el que nos encontramos.
Comienza la fase. En ella debemos acabar con los enemigos que nos
salen al paso, esquivar las trampas que Drácula nos tiene preparadas
y, al final, enfrentarnos al jefe para recuperar una de las perlas
rojas que permitirán acabar con el encantamiento al que Bartley ha
sometido a Guillermo II y compañía. Por el camino podemos recoger
power-ups tales como armas especiales (hachas, crucifijos, agua
bendita, etc.), comida que restablece nuestra barra de salud o una
reliquia que nos otorga el poder de la invencibilidad. También
podemos hacernos con unos diamantes que nos proporcionan munición
para lanzar las armas especiales, todos ellos escondidos, como en
muchas entregas de la saga, en el interior de unos candelabros.
Además, existe un libro de hechizos que al recolectarlo, mejora la
potencia de nuestro arma. La aventura concluirá con la espectacular
batalla final contra Drácula en sus dos versiones, vampírica y
demoníaca, como nos tienen acostumbrados los chicos de Konami.
Hmmmm... Sangre... Fuente
Vamos al análisis.
Lo positivo de Castlevania Bloodlines
es que, ofreciendo algunas ideas novedosas, sigue siendo fiel al
Castlevania original. Pasamos de recorrer los pasillos y salones del
castillo de Drácula a perseguir al vampiro por todo el continente
europeo. Esto se refleja en la variedad de niveles y en lo bien
ambientados que están aunque que te aparezcan momias en la Torre de
Pisa todavía me resulta extraño. En el Palacio de Versalles te
enfrentarás a hordas de armaduras andantes, plantas mutantes y a una
fuente de la que mana sangre (si no juegas a la versión europea,
obviamente). En la factoría de municiones alemana harán acto de
presencia los esqueletos de los soldados caídos en combate que
lanzan sus huesos como si fueran granadas de mano, extraños híbridos
de insecto y máquina y, dependiendo con qué personaje juegues, a la
criatura de Frankenstein (en el caso de John) o a un poltergeist que
utiliza los engranajes de la maquinaria de la fábrica como cuerpo
(si juegas con Eric). En el castillo Carmentia, en Inglaterra, te
enfrentarás en un duelo final a Drácula pero antes verás como su
poder ha afectado a la realidad con superficies que no son lo que
parecen. Y mención aparte para el efecto del agua en el nivel del
templo sumergido en Grecia.
Los enemigos están bien posicionados y
siguen a rajatabla las reglas del horror gótico. Tienes fantasmas,
las armaduras vivientes anteriormente mencionadas, esqueletos,
momias, minotauros, muertos vivientes y las famosas cabezas de
gorgona que aparecen en la mayoría de juegos de la saga.
La idea de poder elegir entre dos
personajes es magnífica. Cada uno de ellos tiene sus propias
ventajas e inconvenientes. Datos curiosos: John Morris es el único
personaje de Castlevania que, junto con el propio Drácula, está
conectado con la novela de Stoker. John es descendiente de Quincey
Morris, uno de los protagonistas que aparecen en la novela y que
ayuda a Mina y al Dr. Van Helsing en su lucha contra el vampiro. La
lanza que porta Eric es un regalo de Alucard, el díscolo hijo de
Drácula, dhampir que odia con ganas a su padre porque su sola
presencia pone en peligro la existencia de toda la humanidad.
Los gráficos son detallistas a más no
poder. Una cosa que siempre me ha llamado la atención es la sangre borboteante que aparece no solo en algunos lugares de las diferentes
fases por las que pasas sino también en los títulos de crédito,
convirtiendo a Castlevania Bloodlines en el juego más sangriento de
la saga. Las animaciones de los personajes son muy naturales. Hago
mención especial a las de la armadura mecánica, el jefe del
castillo Bran, cuyos movimientos denotan su carácter de autómata,
con sus pasos y giros acompasados.
Los sonidos son correctos para ser un
juego de Megadrive. Pero, sin duda, donde destaca Castlevania
Bloodlines (como el resto de juegos de la saga) es en la banda
sonora. ¿Quién ha compuesto esta obra maestra? Pues nada más y
nada menos que la gran Michiru Yamane, que nos dejó otras piezas
inolvidables en otros juegos tales como Sunset Riders y Castlevania
Simphony of the Night. Los temas demuestran que el chip de sonido de
Megadrive podía llegar a ser igual o, incluso, superior al de Super
Nintendo. Puedes comprobarlo escuchando Red Pearl, el tema que te da
la bienvenida al juego en el castillo Bran; Prayer for a Tragic
Queen, cuyos sonidos dieciochescos casan con la atmósfera de
Versalles; Iron Blue Intention, uno de mis temas favoritos, con ese
aire entre Mozart y Wagner; o el más bello de todos, Requiem for the
Nameless Souls, el vals que suena en los títulos de crédito finales
(sí, dice que es un réquiem pero es un vals. ¡Alegría!). También
encontrarás versiones de temas clásicos de la saga como Vampire
Killer, Bloody Tears, Beginning o el épico Theme of Simon.
Denn die Todten reiten schnell. Fuente
¿Puntos malos del juego?
En puntuales ocasiones el juego muestra
algo de ralentización en los frames cuando hay demasiados elementos
en movimiento en la pantalla pero no es nada grave.
También está la manía de que los
personajes suben las escaleras como si estas estuvieran cubiertas con
superglue.
Por lo demás, nunca pude sacarle
ningún punto negativo más. En serio. Y eso que he tirado la
nostalgia por la ventana.
Aquí tenemos a John bailando El Robocop mientras sube unas escaleras. Fuente
Esto es un juego de consola, así que
si te has quedado con ganas de echarle un tiento, puedes buscar un
emulador de Megadrive/Genesis y la rom del juego e intentar probarlo
en tu PC. Pero eso no te lo he dicho yo, ¿eh?
Si consigues jugar, prepárate. Coge tu
látigo y encomiéndate a todos los santos, pues este es otro de los
ejemplos de porqué la saga Castlevania es una de las mejores en
cuestión de plataformeo.
¡No dejes de jugar!
Para terminar, una curiosidad sobre el sprite de Eric.
En las cinemáticas, se nos deja bien claro que Eric es rubio.
Sin embargo, nuestro cazavampiros patrio muestra
una negra melenaca a lo largo de todo el juego. Fuente
una negra melenaca a lo largo de todo el juego. Fuente
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