Algo que hizo que muchos de nosotros
comenzáramos en esto del ocio electrónico fue las máquinas
recreativas.
Cuando tus padres te daban unas
moneditas para que pudieras jugar en los recreativos era como si te
regalaran un cohete para viajar a la luna. ¿Qué? Antes nos
conformábamos con poco (eso acaba de sonar a abuelete rancio que
cree que el mundo era mejor bajo un gobierno totalitario y con la
existencia de la polio. ¡Olvídalo!).
Si recuerdo una de estas máquinas con
cariño era la que había en la cafetería de la estación de
autobuses de Molina de Segura. Siempre que mis padres y yo teníamos
que coger el autobús para ir a cualquier sitio, les imploraba que me
dejaran una moneda para poder jugar conn ella. Muchas ROMs fueron
instaladas en aquel aparato pero hubo una que estuvo durante mucho
tiempo, tal vez porque el juego que contenía salía bastante
rentable. Era uno ambientado en el Salvaje Oeste en el que manejabas
a un pistolero que tenía que abrirse paso a base de apretar el
gatillo a través de hordas de forajidos. Ese juego me encantaba y
creo que este es un buen momento para reseñarlo.
Coge tu sombrero y carga tu revólver
porque es hora de hacer justicia a golpe de bala en Sunset Riders.
Desarrollado por Konami a principios de
los 90, Sunset Riders comenzó siendo un juego para
recreativas. Su éxito propició la creación de ports para Mega
Drive y Super Nintendo, con lo que los aficionados a las consolas
podían formar parte de esta épica epopeya americana.
En el juego encarnamos a uno de los
cuatro cazarrecompensas que se dedican a limpiar el Salvaje Oeste de
la mayor escoria a este lado del río Pecos. Sus andanzas les
llevarán a descubrir un complot organizado por un decadente
aristócrata británico aficionado al cultivo de rosas que cree que
la fortuna que posee no es suficiente (como se entere la reina
Victoria, le va a faltar calle para correr).
Antes de comenzar, debemos elegir a uno
de los cuatro protagonistas. Bueno, en realidad, a quien tienes que
elegirte es a Cormano porque mola mucho. Si no te gusta Cormano, es
que estás muerto por dentro. ¡Deja de leer este blog y sal por esa
puerta, desgraciado!
¿Sigues ahí? Bien, eso significa que
te pasas mis amenazas por el forro. ¡Me gusta!
Sunset Riders se desarrolla como
un run'n'gun clásico a lo Contra o Metal Slug.
Manejamos a nuestro personaje con los controles mientras que los
botones sirven para saltar o disparar. Algo que siempre me llamó la
atención de este juego es que la acción transcurre en dos niveles:
suelo y alturas. Nuestro personaje puede pasar de un lugar a otro
presionando el botón de salto mientras apuntamos hacia arriba o
hacia abajo, siempre y cuando exista un elemento donde pueda
agarrarse. Los enemigos vienen desde estos dos niveles y cuando te
decía que te enfrentas a hordas de forajidos, es cierto. El número
de enemigos en pantalla llega a ser abrumador. Esto hace que, en
ocasiones, los frames del juego bajen un poco. Ayuda bastante cuando
tienes que esquivar un gran número de balas pero llega a molestar
bastante cuando el juego no para de ralentizarse un día sí y otro
también. Un aviso: recibir un disparo se traduce en muerte
instantánea, lo que puede hacer que los jugadores menos diestros
acaben tirando la toalla.
Un día normal en una ciudad normal de la frontera.
Cada vez que matamos a uno de esos
malnacidos, recibimos puntos. No solo podemos acabar con esta chusma
por medio de los derechos establecidos por la segunda enmienda.
Existen elementos del escenario, como rocas o barriles, que nos
permiten aplastarlos sin necesidad de acercarnos a ellos. Un disparo
a tiempo y ese tipo acabará tan plano como una sábana. En ocasiones
aparecerán unas chicas armadas con un cartucho de dinamita para
hacernos volar por los aires. Podemos recoger el cartucho y
devolvérselo con cariño a nuestros enemigos. Eso sí, date prisa en
lanzarlo o te reventará en las manos.
A lo largo de nuestra aventura
recibimos power-ups en forma de una segunda arma o la posibilidad de
realizar fuego rápido sin necesidad de machacar los botones. Estos
están disponibles tanto en los saloons que podemos visitar en mitad
de la acción (siempre viene bien un descanso entre tanto tiroteo) o
matando a los ladrones de bancos, unos enanos enmascarados con un
saco a sus espaldas que me recuerdan demasiado a los duendes del
Golden Axe.
Los lugares que visitamos a lo largo de
nuestras aventuras son los típicos de las películas del oeste: un
pueblo en mitad del desierto, una aldea de una tribu india, la
estación de ferrocarril, etc. Todos están diseñados con cariño y
ofrecen diferentes riesgos. Por ejemplo, en el asalto al tren,
tenemos que llevar cuidado con los postes indicativos que aparecen de
vez en cuando si no queremos estamparnos contra ellos. Mención
especial para la estampida de ganado del primer nivel,
espectacularmente animada. Todavía recuerdo la cara de sufrimiento
de los personajes cuando te pones a correr por encima de las vacas. Y
es que Sunset Riders es un sentido homenaje a las películas
del Salvaje Oeste y, en particular, a los spaghetti western dirigidos
por el legendario Sergio Leone.
Como todo buen western que se precie, no podía faltar el ataque de una tribu nativa.
Como en todo run'n'gun, cada
nivel concluye con un jefe.
Cada uno de los criminales a los que
nos enfrentamos es único. Si hasta tienen su propio tema musical. Al
igual que en muchos juegos de este tipo, los enemigos finales siguen
una serie de movimientos predefinidos que debes memorizar para poder
atacarles cuando bajen la guardia. Un ejemplo sería Darkhorse. Este
granuja va montado en un caballo completamente acorazado, por lo que
nuestras balas rebotarán sin hacerle ningún daño. Sin embargo, el
muy imbécil va con el torso descubierto, por lo que deberemos saltar
al balcón superior del saloon donde se está llevando a cabo la
pelea para esquivar sus cargas y pillarlo por la espalda.
Tienes más peligro que los hermanos Smith con una caja de bombas.
Los sonidos son correctos. Los
disparos, los gritos de dolor de los enemigos al caer, el renquear de
la máquina de vapor... Todos están representados de buena manera.
Además, los personajes poseen voces. Las de los jefes molan
bastante. Cada uno de ellos te suelta alguna frasecilla antes y
después del combate. Sin embargo, la de los personajes principales
no termina de cuadrarme. Digo “la” porque a todos le dobla el
mismo actor. Este pone un claro acento texano, que puede estar bien
incluso para Cormano, que es mexicano, pero las líneas de diálogo
parecen dichas fuera de contexto. Cuando salvas a una joven
cabaretera de las garras de un par de cenutrios, tu personaje le
pregunta: “Are you OK, man?”. A no ser que la chica sea un
travesti, esto me choca bastante.
Hablemos de la banda sonora porque
Sunset Riders posee una de las mejores bandas sonoras que he
escuchado en mi vida. Solamente la gran Michiru Yamane, que ya nos
sorprendió en anteriores juegos de Konami como Castlevania
Bloodlines, puede componer esta maravilla para los oídos. Si
Sunset Riders es un homenaje a las pelis de Sergio Leone, algunos
temas de la BSO son un claro guiño a los compuestos por Ennio
Morricone. De hecho, puedes reconocer algunos acordes de los temas
más famosos escritos por el genio italiano.
¡Dómalo, vaquero!
Sunset Riders es, probablemente,
uno de los mejores run'n'gun ambientados en el Salvaje Oeste
de la historia.
Prepárate para hacer frente a los
mayores forajidos que hayas visto en tu vida. Cuando finalices el
trabajo, será hora de cabalgar hacia el atardecer.
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