No me gusta el verano.
Si vives en Murcia, sabrás por qué.
Si no, he de decirte que el calor en esta parte del sureste es
terrible. Sales a la calle y estás deseando volver a meterte en casa
con el aire acondicionado puesto a todo lo que da.
No obstante, esta época del año me
trae varios recuerdos agradables. Entre ellos, una historia entre mi
padre y yo relacionada con cierto videojuego.
Era principios de junio de 1997, esa
época en la que los niños estábamos viendo con ansia el reloj
contando los minutos que faltaban para que terminaran definitivamente
las clases hasta septiembre. En uno de los recreos, un colega me
comentó que había jugado a un peculiar juego en el que encarnabas
al director de un hospital. Tenías que construir las salas de
tratamiento, curar a los pacientes y ganar mucho dinero. Este
concepto me llamó poderosamente la atención y me interesó
sobremanera.
A pocos días de acabar las clases, mi
padre me dijo que si le acompañaba a ayudar a un amigo suyo que
necesitaba comprar unas cosas para su tasca. Yo dije que sí (por
aquella época, viajar a Murcia capital para mí era como viajar a
otro mundo). Fuimos al Continente Atalayas (décadas después,
Continente y Pryca se fusionarían para crear lo que ahora conocemos
como Carrefour). Tras realizar las compras pertinentes, el colega de
mi padre nos dijo que mientras él pagaba sus adquisiciones, podíamos
darnos una vuelta por si necesitábamos comprar algo. Por aquel
entonces, lo primero que hacía al ir a un centro comercial era ir
como una bala a la sección de videojuegos. La estantería estaba
repleta. Y he aquí que, entre unas cajas del Dungeon Keeper, me
encuentro con el juego de marras. Su nombre (que seguro que habrás
acertado si conoces este mundillo): Theme Hospital. Ahí estaba, con
aquella portada en la que un médico inyectaba una sustancia de color
verde a una cruz con un fondo de azulejos blancos. Por supuesto, ni
corto ni perezoso, le pedí a mi padre que si me lo podía comprar.
Obviamente, todavía quedaban algunos exámenes por hacer y mi padre
tiene un lema: “El trabajo primero. El placer para cuando
termines”. Yo estaba un poco desilusionado, pues le había dicho
que me hacía mucha ilusión (¡adoro la redundancia!) tener ese
juego. Mi padre es un hombre lleno de recursos, así que se le
ocurrió una idea: esconder la caja entre una pila de juegos. Si
sacaba buenas notas, él volvería al lugar donde estaba el juego
escondido y me lo compraría. Le hice caso. Disimuladamente, lo
escondí y le dije a mi padre por lo bajo dónde lo había dejado.
Días después nos dieron las notas. Yo
era un empollón sabelotodo y saqué las mejores de la clase. Mi
padre dijo al verlas: “Esto se merece un regalo”. Un día volvió
de comprar del Continente Atalayas. Todavía no se había sacado el
carnet de coche (se lo sacó cuando yo cumplí los 18, fíjate), así
que tenía la costumbre de atar a la parte trasera de la moto una
caja de cartón para llevar más cómodamente la compra. Comenzó a
sacar cosas y me entregó un paquete envuelto en papel de regalo (sí,
aquel papel de regalo del Continente con aquel olor peculiar). Sabía
lo que era y, nervioso, lo abrí. Cuando vi la portada con el médico
fue en plan “inserte grito de fan histérica”.
No sé si realmente era la misma caja
que yo escondí pero sé que mi padre es capaz de ir al infierno y
volver por la gente que más quiere. Tanto me encantó que, tras
instalarlo, me pasé todo el verano jugando a Theme Hospital.
¡La caja! ¡La caja! Fuente
Lanzado en 1997 por la legendaria
empresa de desarrollo de videojuegos británica Bullfrog Productions
y distribuido por EA (cuando EA estaba dirigida por gente apasionada
por los videojuegos y no por un puñado de tipos con la mentalidad de
Charles Montgomery Burns), Theme Hospital forma parte de la saga
Designer Builders, siendo la secuela del genial Theme Park. Cuando
salió, el juego recibió críticas positivas y tuvo bastante éxito
entre el público, creándose un port para Playstation y formando
parte de la lista de PC Gamer de los 100 mejores videojuegos de la
historia.
En Theme Hospital, tenemos la tarea de
construir y gestionar una serie de hospitales a lo largo de una
campaña compuesta por doce misiones diferentes. La forma en la que
el juego presenta tu distancia hasta la victoria final denota el
sentido del humor del que hace gala: un tablero de un juego de mesa
parecido al Monopoly donde eres representado por una ficha. Cada
casilla es una de las misiones a las que debes hacer frente.
Para pasar de nivel, debes alcanzar una
serie de requisitos impuestos por el Ministerio de Sanidad del Theme
World: curar a un número de pacientes, tratar a un porcentaje de
habitantes de la zona donde se sitúa tu hospital, alcanzar cierta
reputación, que el valor de tu hospital (la forma de representar la
calidad de tus instalaciones y personal) alcance una cuota y, por
supuesto, ganar pasta. Por supuesto, también hay una serie de
criterios con los cuales el ministerio te dará una patada en el culo
por tu mala gestión: matar a un número de pacientes, alcanzar los
números rojos, tener la peor reputación del mundo, etc.
No es nada fácil, puesto que en la
misma zona hay tres hospitales más que pertenecen a la competencia.
Debes ser mejor que ellos si quieres triunfar. Porque la fama cuesta
y aquí es donde vas a empezar a sudar, como decían en aquella serie
que se llama Fama y, dicho sea de paso, también en esa película
llamada Fama (comentario ofrecido por Nelson Muntz).
¡Chúpate esa, Avalon Hill! Fuente
Cuando comienzas una nueva misión, se
te exponen los objetivos y las peculiaridades que hay en la zona que
pueden trastocar tus planes de futuro. Por ejemplo, en una de las
misiones, el hospital está situado en una ciudad universitaria, lo
que significa que los médicos que contrates no tendrán ninguna
especialidad porque son unos pipiolos y deberás recurrir a los tres
especialistas ya contratados con los que comienzas el juego.
Nada más empezar, verás la planta
vacía del edificio principal de tu establecimiento sanitario. Es
aquí donde debes comenzar a construir. Existen diferentes salas
catalogadas en cuatro categorías: Diagnosis (salas donde se
diagnostican las enfermedades a los pacientes), Tratamiento (donde se
curan a los pacientes con enfermedades más comunes), Consultas
(especializadas en enfermedades que necesitan de maquinaria de
precisión) e Instalaciones (salas que están fuera del ámbito
sanitario per sé como aseos, aula de formación, sala del personal e
investigación). Luego existe un panel exclusivo para colocar
elementos para los pasillos, tales como máquinas de refrescos,
radiadores (el calor es fundamental), plantas (que alegran a los
pacientes), bancos (en algún lugar tendrán tus pacientes que
descansar sus posaderas. ¿Acaso te tirarías de pie horas y horas
esperando a que te llamen para entrar a la consulta del médico?),
extintores y mostradores de recepción. Estos últimos son muy
importantes. Sin ellos, nadie entrará al hospital porque no sabrá
donde ir.
Seguidamente, tienes que contratar
personal. Tu hospital no funciona solo y necesitas de los mejores
profesionales. Existen cuatro categorías: Médicos (la piedra
angular, divididos en cuatro especialidades: ninguna, psiquiatra,
cirujano e investigador), Enfermeras (encargadas de la farmacia, la
enfermería y la sala de curas), Bedeles (limpian, riegan y mantienen
la maquinaria) y Recepcionistas (indican a los pacientes a dónde
tienen que ir). Tus empleados tienen un nivel de habilidad que denota
lo buenos que son en su trabajo. A mayor habilidad, más rápidos y
eficientes son y tardan más tiempo en cansarse. Porque tu personal
tiene una barra de cansancio que se va llenando con el tiempo y que
hace que sean más lentos y cometan errores, por lo que si ves a uno
de tus empleados completamente cansado, lo mejor es enviarlo a la
sala de personal.
No puedes tomarte la construcción de
tu hospital con excesiva calma, pues el ministerio te pone un tiempo límite
antes de abrirlo al público en forma de un magnífico (puñetero,
más bien) contador aunque si crees que ya lo tienes todo listo,
puedes pulsar el botón de “apertura inmediata” que hay encima de
dicho contador.
La calma que precede a la tempestad. Fuente
Cuando todo esté preparado, comienzan
a llegar los pacientes.
Como comprobarás, las enfermedades a
las que te enfrentarás son algo peculiares. En un principio, los
chicos de Bullfrog habían pensado en incluir dolencias reales pero
debido al carácter humorístico del juego, decidieron inventarse las
suyas propias para no enfadar a nadie (la corrección política a su
servicio). Entre ellas, puedes toparte con tipos con problemas de
hidrocefalia (pacientes cabezudos, los llaman), invisibiltis
(convertirte en Griffin tiene que doler. ¿No sabes quién es
Griffin? ¡Ay! ¡Culturízate y lee El Hombre Invisible,
puñetas!), lengua caída (por hablar demasiado), etc. Para poder
curar a tus pacientes, estos se dirigen primero a una consulta donde
el médico evaluará su diagnóstico. Seguidamente, será remitido a
cualquier sala de diagnosis para analizar en profundidad lo que le
pasa y estar seguros de qué le ocurre. Por último, se realiza un
nuevo diagnóstico en una consulta general y pueden ocurrir dos
cosas: dependiendo del nivel de diagnóstico (o de las políticas de
tu hospital), el paciente puede ser remitido a otra sala de diagnosis
o se le aplica el tratamiento. Algunas veces, un fax te permitirá
tomar la decisión por ti mismo si tu personal no está muy seguro de
cómo proceder (sobre todo cuando sabe qué enfermedad padece el
paciente pero tu hospital no posee del tratamiento adecuado para
curarla). Cuando se administra el tratamiento pueden ocurrir dos
cosas: o que el paciente se cure, lo que significa dinerete en el
bolsillo y subida de reputación; o que el paciente la palme. En la
segunda también te llevas dinero pero a nadie le hace gracia que en
tu hospital muera gente a diestro y siniestro. A mí tampoco, la
verdad.
Tus pacientes no se quedan para siempre
en tu hospital por el ambiente. Tienes también que tratarlos bien.
Debes proporcionarles bancos para sentarse, máquinas de bebidas para
calmar la sed, radiadores para que no pasen frío (puedes controlar
la temperatura en el mapa de tu hospital. Es muy incómodo tener la
calefacción a plena potencia un 12 de julio), servicios, etc.
Además, quieren que se les atienda lo antes posible (más si es un
paciente en estado terminal) y que tu personal tenga un mínimo de
habilidad a la hora de hacer su trabajo. Un médico que se tira 20
minutos para accionar el aparato de rayos X sacaría de quicio
incluso al mismísimo Yoda. No solo eso, pues quieren que los precios
de tus tratamientos sean lo más asequibles posible, con lo que
deberás jugar con éstos en función de la demanda (a través de la
pantalla del botiquín). Si un paciente ve que tu hospital deja mucho
que desear, se irá y hablará mal de ti, bajando tu reputación.
Lo mismo ocurre con tu personal. Si ven
que no están lo suficientemente remunerados, te pedirán un aumento.
Niégate a subirles el sueldo y se marcharán. Proporcionar una sala
de descanso, calefacción y toda clase de objetos en las salas donde
trabajan también les alegrará el día. Incluso puedes pagarles una
bonificación desde la hoja de personal. Hazlo cuando veas que han
hecho un gran trabajo.
En mitad de tu trabajo, puedes recibir
un fax en el que un VIP quiere visitar tu hospital. Puedes darle
largas si ves que tu hospital no está en condiciones de recibir a
tan insigne personaje aunque hacerlo repetidas veces hará que el VIP
te haga una visita sorpresa (Yeah!). El VIP inspeccionará tu
hospital y, al abandonarlo, hará unas declaraciones sobre lo que ha
visto. Si le ha gustado, tu reputación subirá y, en el caso de que
esté especialmente encantado, se te dará una bonificación en forma
de dinero contante y sonante. Si no le ha gustado lo que ha visto...
Bueno... Ha sido un honor conocerte.
Una muestra de la pintoresca fauna que puebla los pasillos de tu hospital. Fuente
El juego va ganando dificultad conforme vayas pasando de nivel.
A partir del segundo, podrás
investigar nuevas salas y mejorar tus tratamientos en tu nueva y
flamante sala de investigación. Además, a través del mapa del
hospital, podrás comprar nuevas parcelas para ampliar tu hospital,
lo que te permite construir más salas y aumentar su valor.
También tendrás que enfrentarte a
nuevas mecánicas de juego en la forma de terremotos, emergencias y
epidemias. Lo primero es un maldito seísmo que tiene la habilidad de
tirar a tus pacientes y personal al suelo y dañar tu maquinaria.
Tras un seísmo, pon a todos tus bedeles a arreglar tus maquinas si
no quieres que estas vuelen por los aires.
La segunda es que ha habido un
accidente en alguna factoría, laboratorio o lugar donde se manejen
sustancias peligrosas (porque manejar sustancias peligrosas es lo
mejor). Si decides aceptar una emergencia, lo haces bajo tu cuenta y
riesgo. Se activará un contador que te dirá cuánta esperanza de
vida le quedan a los accidentados, que llegarán a tu hospital de la
forma más espectacular posible: en helicóptero (uno construido por
algún señor del tiempo porque no me digas que en ese vehículo tan
minúsculo pueden caber veinte personas). Todos los pacientes de
urgencias son distinguibles por el icono de una sirena sobre sus
cabezas. Si consigues curarlos a todos, enhorabuena. Te llevarás una
recompensa en dinero y reputación. Si curas a unos pocos, la
recompensa se reduce. Si no consigues curarlos o mueren después de
que el contador llegue a cero, multa y rapapolvo. Aquí no nos gustan
los incompetentes.
La tercera mecánica es la más
“graciosa” de todas.
A tu hospital llega un paciente con una
enfermedad contagiosa. Si el paciente se junta con otros pacientes,
ya tenemos el lío armado. Se te avisará de que hay una epidemia en
tu hospital. Puedes hacer dos cosas. Como buen director de hospital
que sé que eres, decides avisar al ministerio. Lo único que hará
éste es curar a todos los pacientes que hayan sido contagiados y
hacer que pagues una pequeña multa por no extremar las condiciones
sanitarias de tu hospital. La segunda opción es la opción real (por
lo menos en España): decides ocultar la epidemia. A partir de
entonces, comienza un divertido (la verdad es que te lo pasas
bastante bien) minijuego en el que aparece un contador. Usando un
botón de vacuna encima de dicho elemento de la interfaz, debes
buscar a los pacientes infectados (marcados por el icono de un bacilo
encima de sus cabezas) y vacunarlos. Cuando el contador llega a cero,
un inspector del ministerio hará acto de presencia ante los rumores
de una posible epidemia. Si no encuentra a ningún paciente con los
síntomas, el ministerio te pedirá disculpas por medio de un cheque
pagado al portador. Si no has sido lo suficientemente rápido,
recibirás una multa como la copa de un pino y un bajón considerable
de tu reputación. Es más, si sigues esta práctica por instinto
pero eres tan tonto que nunca consigues aplacar la epidemia a tiempo,
tu hospital puede llegar incluso a ser evacuado. Y no digamos la
lluvia de guantazos que te esperan.
¡Todo el personal del hospital a sus puestos de combate! ¡Es una emergencia! Fuente
Al finalizar el año, te galardonarán
con algunos premios si lo has hecho bien o recibirás multas si has
cometido algún error. Es el momento en que una comisión evaluadora
del ministerio dice si estás preparado para dirigir otro hospital en
función de si has alcanzado los criterios de victoria. Esta
evaluación no solo ocurre a finales de año. Cada trimestre, se te
dirá si eres apto para subir otro peldaño del cursus honorum de los
directores de hospital. Si, por el contrario, llevas a cabo los
criterios de derrota, serás puesto de patitas en la calle no sin
antes exponerte un tronchante vídeo donde tu alter ego virtual lleva
a cabo un escándalo, desde gastarse el dinero de las subvenciones
del ministerio en comprarse un deportivo hasta hacer una fiesta
atiborrándose de estimulantes, pasando por hacer sus propios pinitos
en el campo de la investigación emulando al héroe de su infancia:
el doctor Viktor Frankenstein.
Mira lo bien que quedan esos trofeos encima de la repisa de la chimenea. Fuente
Y ahora que sabes de qué va el juego,
mi análisis.
Lo que más me gusta de Theme Hospital
es su jugabilidad a prueba de bombas. Siempre hay algo que hacer y
los momentos de pausa en los que estás de brazos cruzados son
escasísimos. El juego sabe recompensarte cuando haces las cosas bien
y penalizarte cuando lo haces todo mal. La sencillez a la hora de
construir el hospital es digna de elogio. Dicen por ahí que la
interfaz del juego deja mucho que desear. No sé a qué se refieren,
pues a mí siempre me ha encantado la disposición de los menús y la
forma con que te presentan las distintas opciones con las que puedes
gestionar tu hospital.
Otra cosa favorable del juego es su
sentido del humor. Las enfermedades no tienen ni pies ni cabeza. En
serio, ¿acaso se te hincha la cabeza si te dedicas a oler queso
podrido? Sin embargo, no puedes dejar de reír con las situaciones y
con los extraños tratamientos a los que son sometidos los pacientes.
Ver a un tipo que entra en tu hospital porque unos alienígenas han
mezclado su ADN con el suyo propio es tronchante. El sentido del
humor no solo se queda en la superficie. Aunque no lo parezca, Theme
Hospital es una ácida crítica a la sanidad privada. Vamos a ver,
cuando llevas jugando un tiempo, te da igual que tus pacientes vivan
o mueran porque no te identificas con ellos. En realidad, te da rabia
que un paciente muera porque pierdes dinero y reputación. Así de
claro. Mira si el dinero es más importante que el bienestar de la
gente que usa tus servicios que puedes modificar las leyes del
hospital para hacerles pasar por costosos procesos de diagnóstico
que no sirven para nada pero que te reportan aun más dinero. La
sanidad es un negocio redondo y muchos quieren ponerle las garras
encima para beneficiarse económicamente de algo que debería ser un
derecho universal (hasta aquí les ha hablado el Platov
reivindicativo).
Los gráficos del juego son una
auténtica delicia. La perspectiva isométrica es ideal y ayuda mucho
en el trabajo que supone diseñar tu hospital aunque algunas paredes
molestan a la hora de saber qué ahí detrás de ellas. Un hurra por
los animadores, pues es una gozada ver a los personajes que pululan
tus instalaciones: médicos tecleando en sus ordenadores y buscando
el historial clínico del paciente en el archivador, pacientes que
deciden “desahogarse” en los servicios”, bedeles que sacan
soplete y máscara de soldador para arreglar la maquinaria,
enfermeras realizando mezclas en la farmacia, etc. Incluso puedes ver
a los personajes mirando la hora en sus relojes o bostezando.
El sonido ambiente se merece un diez.
Puedes escuchar los teléfonos de los despachos sonando, las máquinas
de refrescos funcionando, toses, estornudos... Mención a parte para
los divertidísimos mensajes de las recepcionistas. Mi favorito es:
“Dr. Jekyll, acuda inmediatamente a psiquiatría”.
La música es otro punto fuerte del
juego. Temas en formato MIDI (¡me encanta el formato MIDI!) que se te quedan grabados en la memoria para siempre.
Como dato curioso, el juego venía con una aplicación llamada
Hospmidi que te permitía meter tus propios temas para que sonasen
mientras jugabas.
On The Mend. Siempre que entro a un hospital,
comienza a sonar este tema dentro de mi cabeza. Fuente
En cuanto a puntos negativos, el juego
salió con algunos bugs.
Uno de los que más me cabreaba era el
que hacía desaparecer las puertas de las salas, con lo que era
imposible que alguien saliera o entrara, por lo que tenías que
editar dicha habitación. También ocurría que las partes del cuerpo
de alguno de los personajes desaparecían al realizar alguna acción.
Ver como la cabeza de un paciente con lengua caída desaparecía
cuando estaba en el váter era inquietante. Algunos de estos bugs se
solucionaron con un parche que añadía el modo multijugador al juego
(que nunca he probado, todo sea dicho).
El nivel de dificultad del juego
también era bastante desmedido. Debido a otro bug, solo podías
elegir el nivel medio. Era un infierno cuando tu hospital se llenaba
de gente, teniendo que pulsar el botón de pausa para poder despejar
la cabeza y tomarte un respiro, pues podía llegar a ser estresante.
El mismo parche solucionaba el problema de la selección de
dificultad pero el juego seguía siendo algo estresante por momentos.
La pantalla de personal carecía de una
opción que siempre me ha gustado en los juegos de gestión de esta
clase y es la de poder acotar las zonas donde tus empleados pueden
moverse. Esto hubiera venido muy bien cuando tu hospital tiene varios
edificios, pues un médico o un bedel podía tirarse tiempo en ir de
un lugar a otro, con todo lo que ello conlleva. En el caso de los
bedeles, hubiera sido genial para impedir cosas como la acumulación
desmedida de basura o las oleadas de vómitos (es asqueroso e
insufrible al mismo tiempo).
El asesor era otro de los puntos
débiles del juego. Algunas veces te ayudaba bastante con sus
consejos pero la mayor parte del tiempo era bastante cargante.
Además, a los programadores no se les ocurrió que apareciese un
atajo al lugar de los hechos en forma de botón cuando éste te decía
que una de tus máquinas estaba en pésimo estado o que uno de tus
médicos había subido de nivel. Tenías que buscar por todo el
hospital para ver dónde estaba el problema, con la pérdida de
tiempo que ello suponía
También hubiera estado bien la
inclusión de un modo de juego libre en el que pudieras escoger qué
hospital dirigir y las condiciones de juego y victoria, para poder
seguir jugando después de finalizar la campaña.
Theme Hospital es un clasicazo de los
juegos de gestión y el que me inició en el mundo de esta clase de
juegos de estrategia. Si te interesa, puedes encontrarlo tanto en GOG
como en Origin. No te arrepentirás de hacerte con un ejemplar. Y si
no te gusta la versión con Dosbox, siempre puedes bajarte CorsixTH,
una aplicación que permite te permite jugar sin tener que sufrir por
la compatibilidad con los nuevos sistemas operativos, además de
añadir nuevas opciones.
¡No dejes de jugar!
Una cosa curiosa de Theme Hospital es que estaba lleno de referencias a otros juegos de Bullfrog. Sin ir más lejos, en esta imagen de la intro puedes ver a un Segador Astado del Dungeon Keeper y a un agente de Eurocorp del Syndicate en la sala de espera. Fuente
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