Vuelvo a la carga con otro juego del
tío Sid.
La verdad es que las historias de
piratas nunca me han llamado mucho la atención. Eso no me ha
impedido disfrutar de juegos ambientados en la edad de oro de la
piratería en el Caribe, allá entre los siglos XVII y XVIII, tales
como Tropico 2, Port Royale o el que te ocupa hoy este
rato de lectura. Yo soy más de tipos enfundados en cota de malla a
lomos de un caballo desfaciendo entuertos a golpe de espada.
Sin embargo, la piratería siempre ha
tenido su rincón en la cultura popular. Desde La Isla del Tesoro
de Stepheson hasta la versión pasada de rosca con tintes
sobrenaturales de Piratas del Caribe de Disney, las historias
de tipos montados en barcos en busca de botín en las procelosas
aguas del Caribe han despertado nuestra imaginación. Por supuesto, y
como buen historiador que soy, pienso que los piratas eran
delincuentes sin escrúpulos que amaban lo ajeno y que eran capaces
de hacer barrasadas que nos harían vomitar por un simple doblón. No
obstante, ha prevalecido entre nosotros esa visión romántica del
pirata como espíritu libre que rompe las cadenas de las convenciones
sociales y morales de su época para buscar un futuro mejor. El
propio Sid lo dejó bastante claro cuando en 1983 publicó el
Pirates! original: “Nos hemos basado más en las películas
de aventuras de Errol Flynn que en la piratería histórica”.
Porque Pirates! es más un homenaje a las películas de capa y
espada del famoso actor que en lo que verdaderamente pudo pasar en el
Caribe a mediados de la Edad Moderna.
La dura vida del pirata.
Sid Meier's Pirates! Gold (SMPG
a partir de ahora para evitar perder cordura al leerlo) es un remake
de este juego, que fue publicado en 1994. De hecho, puede ser uno de
los juegos con más remakes a sus espaldas porque a comienzos de los
2000 recibió un nuevo remake. Esto se debe a que es, junto con
Civilization y Alpha Centauri, uno de los juegos más
exitosos de nuestro gurú de los videojuegos favorito (bueno, es el
mío). ¿Por qué? Ahora lo verás.
SMPG toma lugar en el Caribe, donde
encarnaremos a un joven capitán de una tripulación de piratas
sedientos de riquezas. Nuestro objetivo en el juego es retirarnos lo
más ricos posibles, rescatando a nuestra familia en el proceso y, si
queremos, casándonos con la hija del gobernador o de un poderoso
comerciante. Eso sí, también podemos terminar abandonados por
nuestra tripulación en una isla desierta o muriendo de disentería
en una mazmorra o, peor aún, colgando de lo alto de un patíbulo.
Para poder terminar como Henry Morgan
(de los pocos piratas que acabó sus días en paz siendo gobernador
de Jamaica) y no como Edward Teach, alias Barbanegra, debemos llevar
a cabo una serie de cometidos que harán que nuestro escondrijo del
tesoro se llene hasta el techo de doblones y piezas de a ocho.
Antes de empezar, podemos elegir entre
aventurarnos en una de las épocas históricas de la piratería que
se nos ofrecen o liderar una expedición histórica encarnando a un
famoso pirata como el propio Morgan. Si elegimos la primera, tenemos
varias opciones que van desde los comienzos de la piratería en el
Caribe, allá por finales del siglo XVI, hasta su declive a comienzos
del XVIII. La dificultad aumenta o disminuye según que época
escojamos. Porque no es lo mismo jugar durante la hegemonía del
imperio español, con la armada más grande y eficiente que ha
conocido el ser humano, que surcar las aguas a bordo de tu galeón
tras la creación de la Hermandad Pirata, cuando todas las naciones
que pugnaban por el control de este pedazo del océano Atlántico
vieron horrorizadas como saqueadores y ladrones se ayudaban los unos
a los otros para esquilmar sus flotas del tesoro.
A continuación, crearemos nuestro
pirata seleccionando su nacionalidad, especialidad (esgrima,
navegación, cirugía, etc), el nivel de dificultad con el que
queramos jugar y, por último, ponerle un nombre a nuestro alter ego
virtual.
Decisiones, decisiones...
Si conoces los juegos de Microprose de
finales de los 80 y principios de los 90, sabrás que la acción
transcurre a través de varios minijuegos. Vencer en ellos es clave
para que la historia avance y si SMPG es el más exitoso de la
compañía es porque ninguno de ellos aburre.
El que más aparecerá durante la
partida es el de navegación. Viajas con una miniatura que representa
a tu barco en un mapa del Caribe donde el viento influye en tu
velocidad y algunos lugares están salpicados con arrecifes que
pueden hacer encallar tu preciosa embarcación. Al llegar a puerto,
tenemos varias opciones de entrada, desde navegar hacia él sin tomar
ninguna precaución hasta realizar un asalto para tomar la ciudad. En
las ciudades podemos realizar cosas tales como comprar y vender
mercancías; reparar, vender y aprovisionar de cañones nuestras
naves; contratar a nuevos tripulantes, enterarnos de los últimos
cotilleos o contactar con el gobernador para que nos ofrezca una
misión o un ascenso por nuestros servicios (además de poder casarte
con su hija si te hace tilín. ¡Jujuju!). El puerto también es el
único lugar donde podemos guardar la partida cuando accedemos a
nuestro camarote, lugar donde podemos también consultar el estado de
nuestra expedición, practicar esgrima o mirar nuestros mapas.
Navegar puede hacerse un poco pesado pero, por suerte, pulsando la
tecla T el tiempo avanza más deprisa. Eso sí, no te olvides de
desactivar esta opción cuando navegues por aguas traicioneras.
Creo que a Su Graciosa Majestad Británica
no le va a hacer gracia que ataquemos este barco.
no le va a hacer gracia que ataquemos este barco.
Durante tus viajes aparecerán
encuentros aleatorios con otros barcos. Puedes ignorarlos o acercarte
a ellos. Cuando te interesas por uno se te dará información sobre
el tipo de barco y a quién pertenece (España, Inglaterra, Francia,
Holanda o Pirata). Puedes alejarte, saludarlos en busca de noticias
o, como todo buen filibustero debe hacer, atacarles. Algo curioso es
que algunos encuentros con piratas funcionan como la protección del
juego contra la piratería. Antes de Securom y demás sistemas
intrusivos de seguridad, así era como los desarrolladores de
videojuegos combatían a la piratería informática. En nuestro caso,
debías consultar en el manual a qué corsario pertenecía la bandera
que te muestran y elegir la opción correcta. De fallar, el juego se
volvía prácticamente injugable. ¡Oh! Y si tienes suerte, puedes
toparte con la flota del tesoro española y dejarla temblando.
Acceder a la localización de algunas
ciudades, al lugar donde está prisionero uno de tus familiares o
donde hay enterrado un tesoro escondido resulta imposible montado en
un barco porque están tierra adentro. No te preocupes porque en
cuanto tu nave se posa en la costa, podrás dar la orden de
desembarcar y explorar la zona. Eso sí, al igual que la navegación,
la expediciones tierra adentro consumen alimentos, lo que hará que
los miembros de tu tripulación se pongan nerviosos si no tienen nada
que llevarse a la boca. Además, en la ciudades de interior, como
comprenderás, no hay puerto, por lo que no puedes realizar acciones
relacionadas con tu flota o guardar la partida.
Lo que sí tienen todas las ciudades es
un banco. Aquí es donde decides si terminas una expedición y
repartes el botín entre toda tu tripulación. Cuando lo hagas, ten
en cuenta que tú te quedas con una gran cantidad, por lo que tu
reputación se puede ver dañada si llegas a ser un tacaño. Tras
esto, puedes decidir si iniciar una nueva expedición con un nuevo
nivel de dificultad o retirarte para siempre. Esta última acción te
revelará tu puntuación final y qué le pasó a tu personaje tras su
retiro dependiendo de todo lo que hayas hecho durante la partida. A
veces debes retirarte de forma forzosa si eres víctima de una
enfermedad o tu avanzada edad te impide seguir saliendo a saquear
ciudades y barcos. La vida es así de dura.
¡Ah! El inconfudible aroma salobra de la brisa marina.
El siguiente minijuego es el de combate
naval.
¡Yohoho! Este es uno de mis favoritos
junto con el de esgrima. Debes controlar tu nave para enfrentarte a
tu enemigo. La nave enemiga posee una cantidad de cañones y de
tripulación que debes reducir si quieres dejarla a tu merced. El
viento influye a la hora de navegar, como es natural. Si vas en
contra, que sepas que no te moverás mucho y puede que pases de ser
cazador a presa.
En lo que realmente destaca este
minijuego es en lo bien que está simulada la capacidad de maniobra
de cada una de las naves. Por ejemplo, una chalupa es pequeña y
frágil pero su velocidad con el viento a favor es tal que puede
llegar a ser un enemigo formidable para la más poderosa de las
embarcaciones. Por otra parte, el galeón es una de las naves con la
capacidad de fuego más potente del juego pero que cuesta más
maniobrar debido a su monstruoso tamaño, lo que puede ponerte en
peligro si luchas contra una nave más ligera o navegas en contra del
viento. En lo que adolece el combate en alta mar es en que solo
dispones de un tipo de munición. No hay opción para elegir, por
ejemplo, entre balas encadenadas (que podían desarbolar un barco
como si los mástiles estuvieran hechos de mantequilla) o balas al
rojo (por si querías convertir el barco enemigo en una barbacoa). No
obstante, el combate sigue siendo divertido solo con balas de cañón
macizas. El final de la pugna llega cuando una de las tripulaciones
se rinde, uno de los barcos consigue escapar o cuando estos se juntan
para realizar un abordaje, que dará paso al minijuego de duelo a
espada. Si consigues tu propósito, podrás quedarte con el barco
enemigo (si no está para hundirlo, además de que necesitas dividir
a tu tripulación para hacerlo navegar), provisiones, cañones
(curioso, porque esta es la única forma en el juego de conseguir
nuevas piezas de artillería) e, incluso, nuevos miembros para tu
tripulación de malnacidos.
Existe una variante de este minijuego.
Cuando atacas una ciudad no te enfrentarás a la flota enemiga sino
que tendrás que reventar todas sus defensas, representadas por una
fortaleza. Aquí tienes que dar todo lo que puedas como navegante,
puesto que debes impedir que tu nave encalle contra la costa o los
arrecifes que la circundan o que el viento vaya en tu contra porque
las fortalezas, a diferencia de los barcos, son más certeras a la
hora de impactar contra tu cascarón. Si consigues arrasar la
fortificación, podrás asaltar la ciudad con tu tripulación.
¡Por la caspa de Barbanegra! Es hora de hundir a esos marineros de agua dulce.
Pasamos al asalto de ciudades.
Este minijuego se desarrolla como un
juego de estrategia, algo así como las batallas de Lords of the
Realm pero con piratas. Nuestra tripulación estará dividida en
diferentes tipos de unidades como fusileros o espadachines. Tendremos
que enfrentarnos a la guarnición de la ciudad, que estará compuesta
por unidades tan variadas como las anteriormente mencionadas y, para
nuestro horror, caballería. El objetivo es hacer que huyan o se
rindan para tomar la ciudad en nuestro nom... Quiero decir, en nombre
del monarca al que sirves. Las unidades se mueven por grupos y se
tienen en cuenta valores como la moral o la fuerza de ataque. Todo
muy sofisticado para ser un simple minijuego.
Y es la hora de hablar del minijuego al
que más amor profeso: ¡duelos a espada!
En este minijuego te enfrentas al
capitán de una embarcación que hayas abordado o a alguien al que
durante una visita a un puerto no le hayas caído bien. Antes de
comenzar, eliges entre una de las tres armas a tu disposición:
estoque, sable o espadón. Parece mentira pero el arma que escoges
influye en la forma en la que luchas. El sable es un arma bastante
contundente pero su corto tamaño hace que tengas que acercarte a tu
enemigo a una distancia no recomendada por las autoridades
sanitarias. El estoque es el tipo de espada más rápida pero
requiere de mucha técnica para saber usarla. Por su parte, el
espadón da unos tajos de campeonato pero es lento y pesado.
Como en todo buen duelo, tu objetivo es
hacer que tu rival se rinda. Tanto su marcador de aguante como el
tuyo aparecen reflejados por sendas banderas. Tienes que bajar su
bandera hasta tierra para ganar. En el caso de los abordajes, el
número de tripulantes en cada bando influye en forma de
bonificaciones para el aguante. A la hora de moverte, existen tres
tipos de movimientos: ataque, defensa y retroceso (este último es la
única forma de escapar si la cosa se pone fea). A su vez, estos tres
movimientos están divididos en tres direcciones: arriba, centro y
abajo. Debes adelantarte a los movimientos de tu oponente y saber
cuándo dar un tajo o cubrirte porque la IA en los duelos es
realmente inteligente. Sabe cuándo atacar, cuándo defenderse y si
eres de los que cree que un duelo a espada es aporrear botones como
un loco, reconocerá los patrones de movimiento de tu personaje, por
lo que repetir la misma coreografía una y otra vez no sirve de nada.
Otro punto positivo es que los botones de movimiento están ligados
al teclado numérico de tu ordenador, por lo que es muy fácil
controlar a tu personaje. Por ejemplo, si pulsas 7 tu personaje
lanzará una estocada hacia arriba para dañar la cabeza o cuello de
tu oponente. Puedes usar el ratón pero no te lo aconsejo porque hace
que pulsar los botones de movimiento sea más lento y, por lo tanto,
estarás muerto en cuestión de segundos.
Ese malandrín está buscando bronca. Pues la ha encontrado.
Y ya que he hablado de los diferentes
minijuegos, será mejor que hable sobre el apartado técnico.
¿Qué diferencia hay entre SMPG y el
original? Lo primero de todo, obviamente, son los gráficos. El juego
soporta unos gráficos SVGA a 256 colores, a diferencia de los EGA y
CGA del original. Esto hace que sea más cómodo y bello a nuestros
ojos. Los retratos de los personajes, por ejemplo, aparecen
realizados con un estilo que recuerda a las pinturas de la época.
Esta mejora gráfica ha permitido mejorar la presentación de los
menús. Ahí tienes el camarote del capitán, cuyos elementos te
permiten acceder a diversos menús de forma rápida, a diferencia del
árido menú del original.
También los controles han cambiado.
Ahora puedes usar el ratón. Sin embargo, este dispositivo tiene sus
pros y sus contras. Es ideal para navegar rápidamente por los menús,
mucho mejor que el tener que usar el teclado del original. Por
contra, es horrible a la hora de usarlo como control de juego.
Intenta navegar con él y desatarás el infierno en la Tierra.
El sonido también ha mejorado aunque
con matices. La banda sonora es una maravilla, con temas
tradicionales como el famosísimo What we can do with a drunken
sailor?, algunas composiciones de Johann Sebastian Bach (que
aparece en los títulos de crédito como un compositor más) y otras
compuestas para la ocasión por Jeffery L. Briggs. No obstante, hay
un pequeño pero. Dependiendo de la tarjeta de sonido que uses, las
canciones sufren de un descontrol de volumen bastante acuciante, con
subidas repentinas molestas en ocasiones. En cuanto a los efectos
especiales, estos siguen usando la misma tarjeta de sonido que para
la música, por lo que en algunas de ellas suenan bastante crípticos
(la Roland MT-2 ofrece la mejor calidad para la música pero los
sonidos suenan como unos extraños gongs). No puedo decir lo mismo de
los diálogos digitales, pocos pero muy bien elaborados (sí, tienen
el clásico ¡Arrrrrrrrh! pirata).
También han desaparecido algunas cosas
del original, como la antigua protección antipiratería basada en
saber cuándo zarpa la flota del tesoro y el tener que medir la
distancia entre el sol y el horizonte para saber en qué parte del
Caribe te encontrabas, sustituida ahora por un mapa interactivo
bastante majo.
Esta banda sonora es un tesoro para los oídos. Fuente
Y hasta aquí todo lo que tenía que
decir sobre SMPG.
Ahora, coge a tu tripulación y leva
anclas. ¡La gloria te espera!
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