El siglo XV fue un época de cambios
sustanciales en la Historia de Europa.
Poco a poco la Edad Media fue dando
paso al Renacimiento, la puerta de entrada hacia la Edad Moderna.
Conceptos como poder, honor, riqueza y religión sufrieron una
metamorfosis palpable. En cuestiones económicas, la Baja Edad Media
ve nacer el mercantilismo, germen del moderno capitalismo (el normal,
no el salvaje que nos está llevando por el camino de la amargura).
Este sistema económico se basa en conceptos no existentes
anteriormente como la oscilación de los precios de los productos en
función de la oferta y la demanda. Es decir: si existe una gran
cantidad de un mismo producto, su precio disminuye para darle una
salida rápida al stock acumulado. Por otra parte, si existe una
escasez, el precio sube para cubrir los gastos generados por su
producción y transporte.
Y ahora me preguntarás: “¿Y todo
este rollo a qué viene? Yo he venido aquí a leer sobre videojuegos,
no a que me den una aburrida clase de Historia de la Economía”.
Hay dos respuestas para solucionar esta
duda razonable. La primera, que la Historia, en todas sus vertientes,
no es aburrida, así que cierra el pico. La segunda es que este
período tan interesante de nuestro pasado ha sido plasmado en varios
videojuegos. Desde Merchant Prince hasta la exitosa saga
Patrician pasando por la entrega ambientada en esta época de
la saga Anno, esta forma de entender el comercio ha llamado la
atención de diferentes desarrolladores. No obstante, existe un juego
que lleva esto a niveles estratosféricos: Europa 1400 – The
Guild. Y es que en este juego no solo comercias sino que luchas
por el poder. Ya verás cómo.
Los chicos de 4Head, un pequeño
estudio alemán, se liaron la manta a la cabeza a la hora de
representar hasta el más mínimo detalle la sociedad de los siglos
XV y XVI.
Un pequeño inciso. En realidad, conocí
esta saga a raíz de haber jugado a su segunda parte y a la expansión
independiente de esta titulada Renaissance. Había leído en
varios foros que la primera parte le daba cien mil vueltas a estas
dos (la verdad es que estos dos juegos son un infierno plagado de
bugs) y quise hacerme con una copia de ella al verla en oferta en
Steam. Que conste que lo que voy a reseñar es la edición de oro,
que ofrece el original con su expansión. Así nos ahorramos de estar
diciendo qué contiene el juego y qué su expansión.
En The Guild, somos un
descendiente de una acaudalada familia de patricios europeos en el
Renacimiento.
Al iniciar una partida, debemos
seleccionar en qué ciudad vamos a jugar. Cada una de ellas tiene
unas características diferentes que afectarán al transcurso de la
partida. Por ejemplo, Nüremberg tiene el doble de extensión que el
resto de ciudades, por lo que hay más espacio para construir.
A continuación, podemos elegir el
nivel de inteligencia de nuestros rivales, la dificultad general de
la partida y si queremos jugar una partida libre o realizar misiones.
Estas últimas están divididas en diferentes niveles de dificultad.
Si conseguimos superar una de ellas, el juego nos da la posibilidad
de escoger una nueva, seguir jugando en modo libre o abandonar
definitivamente la partida después de haber pasado a la historia
como si fuéramos un miembro de la familia Függer (la familia más
acaudala de la Alemania medieval).
Tras escoger entre todos estos
parámetros, debes crear a nuestro personaje. Podemos elegir nuestro
nombre, apellido, sexo y religión (en un principio, solo puedes ser
católico o cátaro pero cuando a Lutero se le crucen los cables a
mitad de la partida, podemos ser protestantes). A continuación,
escogemos nuestra profesión. Algo que debes saber es que no están
todas disponibles desde un comienzo. Tranquilo, más tarde podrás
acceder a ellas. Después, debemos elegir a nuestro padre y a nuestra
madre. La profesión de nuestros progenitores influye en una de las
cuatro habilidades de nuestro personaje, que influirán luego en el
saber hacer de tus trabajadores: Negociación (para tener mejores
precios de compra y venta en el mercado), Sigilo (para llevar a cabo
actos de subterfugio sin que nadie se dé cuenta), Combate (¡la hora
de las tortas!), Artesanía (si quieres fabricar buenos productos,
esta es la habilidad que más vas a necesitar) y Retórica (en esta
época, hablar bien en público era algo importante, más si eres
sacerdote o tienes que defenderte en un juicio). Luego, tendremos
unos puntos extra para gastar en estas mismas habilidades o en
aquellas que nos hayan quedado algo cojas. Elegimos la apariencia de
nuestro avatar y que comience la aventura.
Si alguna vez te quejaste de tus padres,
aquí puedes hacer realidad tu sueño de elegirlos antes de tu nacimiento.
aquí puedes hacer realidad tu sueño de elegirlos antes de tu nacimiento.
El juego transcurre en tiempo real pero
dividido en fases. Estas fases representan una estación del año.
Sin embargo, en lugar de ser las del mismo, cada estación representa
a la del año siguiente. Es decir, comienzas en la primavera de 1400,
sigues en el verano de 1401 y así. Las estaciones influyen en el
horario de trabajo de tus esforzados trabajadores. En las estaciones
de primavera y verano, estos comenzarán a darle al mazo más
temprano y terminarán más tarde. En cambio, en otoño e invierno,
entrarán a trabajar más tarde y saldrán más temprano. Por lo
tanto, debes tener en cuenta que en estos últimos períodos del año,
la producción disminuirá. Esto es un gran acierto por parte de
4Head y hace que el jugador tenga que buscar más ingresos a través
de otros oficios o de la política. Eso sí, una cosa que me llama
poderosamente la atención es que en invierno, el cielo parece que se
va a caer sobre nuestras cabezas. Parece que el apocalipsis acaba de
comenzar con tanta oscuridad.
Comienzas con un negocio relativo a tu
profesión al nivel más bajo.
Para poder mejorarlo, debes subir
escalafones en el organigrama de la organización gremial. Para ello,
vas ganando experiencia. Cuando llegues al máximo, se te dará la
opción de realizar un curso para subir de rango. Si aceptas, habrás
subido de nivel y podrás mejorar tu negocio. Existen seis niveles en
cada profesión, desde aprendiz hasta maestro. A partir de cierto
nivel, podrás acceder a las mejoras avanzadas de tus edificios. Eso
sí, no puedes tener un edificio de una profesión o nivel superiores
al que tú tienes. De hecho, si alcanzas el nivel máximo en una
profesión, puedes escoger otra sin perder el control sobre tus otros
negocios. Así, puedes convertirte en un auténtico magnate.
Tus negocios y residencias pueden
mejorarse añadiendo objetos y habitaciones que dan acceso a nuevas
características del juego. Por ejemplo, tener una lámpara en el
scriptorium de tu iglesia disminuye el riesgo de que tus
trabajadores sufran un accidente. Es muy importante caerle bien a tus
trabajadores y darles unas buenas condiciones de trabajo. Además,
ellos pueden también subir escalafones en la escala gremial,
mejorando sus habilidades. Y si te ves estresado, puedes contratar a
un maestro para que lleve por sí solo tus negocios. La inteligencia
artificial de estos es bastante buena a la hora de fabricar objetos o
llevar a cabo diferentes tareas pero cojea un poco a la hora de
abastecer tus almacenes. Acabarás loco con tanto mensaje de que
falta tal material.
Tus trabajadores trabajando por el dinero, dando el cayo por dinero,
no sé qué y no se cuántos pero tú dales el dinero.
Por otro lado, construir una habitación trasera en tu casa te da acceso a las opciones de subterfugio del juego.
Esto último es algo realmente
divertido y que solo he visto en juegos de gestión desarrollados en
Alemania como lo es The Guild. Sí, puedes ser un ciudadano
ejemplar y todo eso pero, de vez en cuando, sobornar a alguien o
darle una paliza puede abrirte muchas puertas. Por mucho refinamiento
existente, esta época es bastante cruel y 4Head ha sabido plasmarlo
magistralmente. Estos actos pueden acarrearte problemas si van en
contra de las ordenanzas de tu ciudad de residencia. Aquí es donde
entran en juego las pruebas. Puedes usar a informadores para sacar
los trapos sucios de tus competidores a relucir. Si consigues una
prueba, puedes usarla para chantajear a tu rival (si dispones de una
biblioteca con su escribanía para escribir cartas en tu casa,
obviamente) o llevarlo a juicio. ¡Ojo! Que tus rivales pueden hacer
lo mismo contigo. Es más, puedes ser llamado como jurado, con lo que
puedes arruinarle la vida a alguien si tienes el día torcido.
Incluso puedes usar instrumentos de tortura para hacer hablar a
alguien. También puedes entrar en combate. Es bastante sencillo. En
tiempo real, debes ordenar a tus escoltas o mercenarios que ataquen a
tu enemigo. Puedes equiparlos con diferentes tipos de armamento. Tu
objetivo es matarlos, dejarlos inconscientes o impedir que lleguen a
tu carro de suministros o asalten tu negocio. Por desgracia, los
mapas de combate son escasos, por lo que es una experiencia que se
puede hacer repetitiva, y hay algunos pequeños errores de colisión
a la hora de mover a tus tropas por el escenario. Existe también un
extraño bug que solo me ha aparecido una vez en el que tus hombres y
los del enemigo no se mueven y la única solución es dejar que el
tiempo pase hasta que concluya la batalla.
Tu hogar, donde podrás entrenar tus habilidades,
celebrar fiestas y elaborar complejos planes para dominar el mundo del comercio.
celebrar fiestas y elaborar complejos planes para dominar el mundo del comercio.
En cuanto a tu personaje, éste puede realizar diferentes acciones dependiendo de su estatus social. Comienzas como un simple ciudadano y vas escalando posiciones ha medida que vas obteniendo riquezas. Puedes llegar incluso a ser nombrado duque.
Para realizar alguna de estas acciones,
necesitas un recurso especial: los puntos de acción. Estos se ganan
al inicio de cada fase. Su cantidad depende de tu nivel de retórica.
Algunas mejoras en tu residencia permiten aumentarlos. Incluso
algunos títulos nobiliarios te dan más puntos. Estos puntos también
pueden gastarse mejoras de una habilidad, subir de nivel o en algunas
opciones disponibles en tus negocios.
Una de las acciones más importantes es
la de encontrar esposa o esposo. ¿Por qué? Pues porque en The
Guild la familia es lo más importante, como diría don Vito
Corleone. Si no tienes descendencia, tu dinastía desaparecerá y la
partida habrá concluido. Un pequeño tirón de orejas para 4Head en
este asunto es que, dado que el hijo o hija que usarás para seguir
jugando adopta el aspecto de tu avatar, si eres varón solo tendrás
niños y si eres mujer solo tendrás niñas. Hubiera sido mejor que
pudieras tener hijos de ambos sexos y más realista si cabe. Cuando
tienes un churrumbel al que cuidar, puedes regalarle objetos para que
desarrolle una de las cinco habilidades. Con siete años, puedes
enviarlo como aprendiz a un negocio de la ciudad y cuando tenga 18,
puedes enviarlo a la universidad, donde aprenderá dos habilidades
diferentes. Cuando mueras, podrás elegir con cual de tus hijos
quieres jugar.
Tu personaje puede hacer carrera
política en su ciudad. El requisito mínimo es tener la ciudadanía.
A partir de ahí, debes esperar a que uno de los puestos más bajos
de las diferentes cámaras gubernativas quede vacante para presentar
tu candidatura. Si eres elegido, tendrás acceso a un sueldo y podrás
optar a puestos más altos. Un dato negativo es que algunos de los
puestos no ofrecen ventajas plausibles, solamente la posibilidad de
la paga y poder echar del mismo cargo a un compañero, siendo más
algo de relleno. No obstante, este rasgo negativo desaparece cuando
ves lo que pueden hacer puestos más altos. Por ejemplo, el
inquisidor tiene la habilidad de acusar de brujería a cualquier
habitante de la ciudad, ideal para acabar con la reputación de uno
de tus rivales. Además, algunos cargos tienen la potestad de cambiar
las leyes de la ciudad, las multas y los impuestos. Puedes ganarte el
apoyo de tus conciudadanos reduciendo la carga fiscal o fastidiar a
tu rival, alquimista de profesión, prohibiendo el uso de pociones en
la ciudad.
Los habitantes de Londres pueden dormir tranquilos gracias a tus políticas draconianas.
En cuanto al apartado gráfico,
bueno... ¿Cómo decirlo? Los gráficos están bastante desfasados y
eso que la expansión añadía una sustancial mejora gráfica al
motor del juego. Los árboles son exactamente dos sprites insertados
de tal manera que tienen forma de cruz, como si fueran un recortable.
El agua no refleja nada y es bastante extraño ver como la de un lago
se mueve como si fuera un río. Los transeúntes que pueblan las
calles de la ciudad tienen la manía de pegar un saltito inexplicable
de vez en cuando. Eso sí, los efectos de luz son espectaculares y
choca con la pobreza del resto del apartado visual. Si eres un
tiquismiquis de los gráficos, de esos que quieren ver los pelos de
la nariz de su personaje en Alta Definición, es más probable que
tus ojos sangren. En cambio, si eres como yo, que los gráficos te
importan más bien poco, disfrutarás de una experiencia jugable
apoteósica.
Lo que le falta de gráficos a The
Guild le sobra en el apartado sonoro.
Los sonidos de la ciudad y de tus
trabajadores realizando las laborales son correctísimos.
Las voces de los personajes son de
premio. Cada línea de diálogo está narrada con gran precisión y
los actores de doblaje muestran los sentimientos del personaje en
función de lo que está ocurriendo. Nada de actuaciones planas. El
narrador lo vale aunque algunas veces te pueda volver loco. Algunas
veces, incluso, te suelta una pequeña frase bastante poética, como
cuando tus trabajadores se van a descansar.
La música es... es... ¡Maravillosa!
La banda sonora está compuesta por temas de toque renacentista,
algunos de ellos bastante orquestrales. No te cansas de ella, pues
hay una gran variedad y se adapta a lo que está pasando delante de
tus ojos. Es más, cada tipo de negocio tiene su propio tema.
Vamos a la taberna a tomarnos unas gordas. Yo invito.
The Guild es un gran juego pese
a alguna de sus carencias.
Haz caso omiso del apartado gráfico y
sumérgete en un mundo de ambición donde el poder no lo consigue el
mejor sino quien más dinero tenga.