¡Mechas!
No, no me refiero al cordón hecho con
material inflamable que permite detonar una bomba a una distancia
prudencial. A lo que me estoy refiriendo es a robots gigantes de
combate tripulados por uno o varios pilotos. Aunque el género mecha
está intrínsecamente ligado con el manga y el anime, la verdad es
que las primeras referencias a esta clase de vehículos de combate
(por llamarlos de alguna manera) aparecen a finales del siglo XIX en
La Guerra de los Mundos de H. G. Wells en la forma de los
gigantescos y terroríficos trípodes de batalla marcianos. Más
tarde, en la segunda mitad del siglo XX, Robert A. Heinlein nos
presentaría los trajes mecanizados del regimiento de infantería
móvil de la Federación Terran en su aclamada novela Tropas del
Espacio (Starship Troopers).
Pero no sería hasta los años 80
cuando el dibujante Go Nagai hizo popular este género de la ciencia
ficción con su obra magna protagonizada por el joven Koji Kabuto,
piloto del legendario robot Mazinger Z, que da nombre tanto al manga
original como al anime. A partir de ahí, las historias de robots
gigantes que luchan contra el mal o contra la propia humanidad
formaron parte de la cultura popular de todo el planeta con cientos
de interpretaciones, como la epopeya con tintes bíblicos Evangelion
o el lado más realista y militar de estas máquinas con el juego de
miniaturas Battletech (de cuyo universo me considero un gran
fan). El mundo del videojuego también se ha visto invadido por los
mechas. A parte de las docenas de versiones del juego de miniaturas
de Fasa, también nos encontramos con cosas como Cyberbots: Full
Metal Madness o SHOGO.
A mediados de los 90, Epic Megagames,
tras su éxito con el mítico Jazz Jackrabbit (que ya he
analizado en este blog), se subió al carro de los robots gigantes de
combate con un juego de lucha: One Must Fall 2097 (OMF,
a partir de ahora. Lo sé, suena como si me hubieran dado un puñetazo
en el estómago). Los juegos de lucha en PC son bastante
raros, así que creo que es el mejor momento para hablar de la obra
de Epic.
En OMF encarnamos al piloto de uno de
los diez modelos de mechas disponibles en una competición llevada a
cabo por la megacorporación que, en el año 2097, fabrica estos
armatostes. Existen también diez personajes entre los que elegir,
con sus propios atributos diferenciados, que serán nuestra
encarnación en el mundo del juego.
Eso es solo el modo historia. También
tendremos acceso a un modo de un solo jugador contra la IA y al de
dos jugadores para darnos de palos con nuestros amigos en un mismo
ordenador. Hay otro modo de juego llamado Torneo pero este lo
describiré más tarde porque es el que tiene más chicha y, en mi
opinión, es el mejor de los anteriormente descritos.
One Must Fall: el único videojuego donde podrás pilotar un mecha armado con dos mayales.
Los robots entre los que podemos elegir
poseen características bastante diferenciadas que hacen que cada uno
de ellos sea único, tal y como debe ser el elenco de luchadores de
cualquier juego de estas características. Tenemos uno que puede
manipular el tiempo y dejar congelados a sus enemigos, otro que usa
dos pares de lanzallamas para cocinarlos en su jugo y uno que posee
cuchillas en vez de manos. Estos son algunos ejemplos de lo que nos
podemos encontrar en nuestro camino por ser el mejor piloto, cada uno
de ellos con sus propios ataques especiales. Por desgracia, los
movimientos especiales de todos los robots se ejecutan con las mismas
combinaciones de teclas, por lo que el factor de aprendizaje
inherente en estos juegos se esfuma. En cuanto conoces los
movimientos especiales de uno, los conoces todos. Eso sí, las
animaciones de los mechas están muy logradas y son bastante
naturales. Súmale a ello que cuando reciben daño, saltan trozos de
metal y chispas por todo el escenario, aumentando la espectacularidad
de los combates.
El tamaño de los escenarios podríamos
considerarlo como un pero. En comparación con, digamos, Street
Fighter II, los escenarios de OMF son bastante reducidos. De
hecho, ocupan tan solo el ancho y largo de tu monitor, con lo que no
puedes alejarte demasiado para cubrirte o preparar un ataque letal.
No obstante, OMF posee un detalle curioso en sus arenas de combate
que deja a un lado el fastidio de tener que luchar en una arena tan
reducida: peligros. Existen una serie de elementos en los escenarios
que pueden dañar a nuestros robots y que aumenta el componente
táctico del combate. Por ejemplo, en el área de combate del
desierto, una escuadrilla de cazas realiza pasados unos minutos un
ataque en picado que acribilla a todo aquello que se ponga por
delante. En el foso de fuego, una esfera holográfica que flota por
el escenario activa una llamarada que carboniza todo lo que toca en
el hipotético caso de ser golpeada. En la central eléctrica,
luchamos en el interior de una jaula electrificada. Si somo lanzados
o lanzamos a nuestro contrincante contra las paredes, este sufre una
electrocución bastante severa. La verdad es que es algo bastante
curioso y se agradece su presencia (al menos que seas víctima de
ellos).
¡Chissssspeante!
También existe bastante diferenciación
en los pilotos. Sí, antes de elegir a la máquina que vamos a
pilotar debemos elegir a nuestro alter ego virtual. Cada uno de los
pilotos posee diferentes parámetros. El más importante de ellos es
la estamina. Cada vez que golpeamos o somos golpeados, el piloto del
mecha pierde este importante recurso. Si llega a cero, el robot
quedará inmóvil debido a que su piloto ha caído inconsciente y
necesita recuperarse durante unos segundos, lo que aumenta aun más
el componente táctico del que hace gala el juego. Imagínate lo que
pasa cuando haces que tu rival sufra tu ira en forma de varios
ataques encadenados.
Al finalizar un combate, tu entrenador te da unos valiosos consejos
para poder sobrevivir un día más.
¿Recuerdas que te he dicho que existe
un modo de juego llamado Torneo? Pues creo que va siendo hora de
hablarte de él.
Este modo es por lo que OMF merece la
pena ser jugado. A diferencia de los otros tres, en Torneo creas a tu
propio piloto. Tu objetivo en él es convertirte en el mejor piloto
de mechas de la Historia derrotando a los campeones de diferentes
torneos a los que puedes apuntarte tras pagar una cuota de
inscripción. Comienzas pilotando un Jackal, el robot más básico de
todo el juego. Ganar combates te proporciona dos cosas. La primera,
subir puestos en la clasificación. Cuanto más alto estés, mejor
para ti. La segunda, dinero. El dinero es muy importante. No solo te
permite inscribirte en otros torneos. También es necesario para
mejorar tu montura, entrenarte para mejorar tus habilidades y comprar
nuevos robots (el modo Torneo es el único modo de juego donde puedes
pilotar el gigantesco Nova, el mecha contra el que luchas al final
del juego en el modo Historia). No hay muchas opciones de
personalización para tu robot. Solamente podrás cambiar los colores
de los elementos que lo componen como la cabeza, las extremidades, el
torso y algunos detalles estéticos. Yo tenía la manía de pintarlo
todo de negro. No tiene ningún efecto práctico en el juego pero me
gustaba pensar en que infundía el terror en el corazón de mis
adversarios. Créeme si te digo que pasarás un montón de tiempo
jugando a esta variante del juego que a las otras tres. Y, a
diferencia de estos últimos, puedes guardar tu progreso durante la
partida para volver a retomar tu carrera más adelante.
Tus primeros pasos hacia la gloria.
Pasemos al apartado sonoro.
Todo correcto. Los golpes, ataques
especiales y demás vienen acompañados por sonidos metálicos y
mecánicos que pegan a la perfección con lo que está pasando en
pantalla. Nada que envidiar a otros juegos de lucha. En cuanto a la
música, OMF cuenta con una cuidada banda sonora compuesta por temas
de música electrónica y rock. Te darás cuenta de ello cuando
escuches el épico tema del menú principal.
¡Que comience el baile! Fuente
One Must Fall 2097 no será un
juego de lucha revolucionario pero merece tu atención si eres un fan
del género. Ponte el casco, sube a la cabina, coge los mandos y que
comience el combate.
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